El drama pop perfecto: The Winner Takes It All

Cuando ABBA lanza «The Winner Takes It All» en 1980, el grupo ya es una maquinaria de hits pulidos, una mezcla embriagadora de pop escandinavo, drama emocional y producción cristalina. Pero esta canción es distinta. Es el tipo de balada que no solo se canta, se vive. Es la canción que, si te agarra en el momento equivocado, te puede destrozar el día.

Lo que la hace tan brutalmente efectiva no es solo la interpretación impecable de Agnetha Fältskog, sino el hecho de que la canción se siente autobiográfica. Y en cierto modo, lo es. En ese momento, ella y Björn Ulvaeus están divorciados. El escribe la letra, y ella la canta. Es como ver una discusión privada transformada en arte pop de alta gama.

«I was in your arms, thinking I belonged there» canta Agnetha, y no hay nada más desgarrador que escucharla afirmarlo con esa mezcla de dignidad y derrota. La letra es una medición quirúrgica del dolor post-ruptura. No hay rencor, solo resignación: «The winner takes it all, the loser’s standing small.» No se trata de venganza, se trata de aceptar la derrota con la elegancia de una tragedia griega.

Musicalmente, es también una joya. Comienza con un piano solitario, casi como un lamento. Luego entran las cuerdas, los coros, el tempo que sube apenas, lo justo para sostener la tensión emocional sin convertirla en melodrama barato. Es una clase maestra de contención. Hay una orquestación grandiosa, sí, pero siempre al servicio de la historia.

Y hay algo profundamente europeo en esa mezcla de sofisticación pop y tragedia personal. A diferencia del pop estadounidense, que tiende a glorificar la superación, ABBA no teme quedarse en la herida. «The Winner Takes It All» es eso: una herida abierta que brilla como diamante bajo el foco.

El legado de la canción es tan fuerte que ha trascendido el propio repertorio de ABBA. Ha sido versionada por todos, desde Meryl Streep hasta Carla Bruni. Pero ninguna versión puede tocar la original, porque ninguna tiene esa mezcla precisa de talento, historia personal y dolor real convertido en armonía.

ABBA puede haber sido etiquetado por muchos como un grupo ligero, de discoteca y coreografías brillantes. Pero en «The Winner Takes It All» demostraron que también sabían clavar una daga emocional con elegancia. Es una canción que no se supera. Se recuerda. Se siente. Y cada vez que suena, nos recuerda que en el amor, como en los juegos, alguien siempre pierde.

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