Overworked: vocación, lucha y resistencia en la academia

En Overworked, Naida Saavedra nos sumerge en la compleja realidad de la academia a través de la historia de Naty, una profesora latina que navega entre la vocación, la burocracia universitaria y las exigencias de un sistema que parece deshumanizar a quienes lo sostienen. Con una narrativa fragmentada y evocadora, la novela explora temas como la sobrecarga laboral, la maternidad, la identidad en la diáspora y la lucha constante por la estabilidad en un entorno cada vez más hostil para los docentes.

En esta conversación, la autora nos comparte las experiencias personales y colectivas que dieron forma a su novela, reflexionando sobre la figura de Governance como metáfora del sistema educativo, la intersección entre la precarización laboral y la identidad de los académicos latinos, así como el impacto de la maternidad en la vida profesional dentro de la academia. Overworked no es solo una obra de ficción; es un testimonio que resuena con quienes han sentido en carne propia el peso de un sueño que, en ocasiones, se transforma en una carga insostenible.

 

El concepto de Overworked es central en tu libro. ¿Qué experiencias personales o de colegas te inspiraron a abordar este tema dentro del ámbito académico?

Antes que nada, tengo que decir algo importante: en esta novela cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Ahora bien, para responder tu pregunta, no puedo negar que el entorno que me rodea influyó en la creación del universo de Naty, la protagonista. Las experiencias personales que me inspiraron se remontan a mis inicios como estudiante de posgrado, la posterior búsqueda de trabajo y el anhelo del tenure. Además de escritora, siempre quise ser profesora de lengua y el ver que mi sueño idílico de ganarme la vida con placer enseñando español y guiando a nuevos profesionales se viene abajo por la comercialización de la educación superior me ha hecho ver que, en efecto, era un sueño. Al fin y al cabo, somos peones en una gran industria que impone una carga laboral muy por encima de los deberes del aula y la exigencia mental y física que implica ser profesora de planta. Necesitaba observar y procesar desde la ficción esto que ha moldeado mi vida desde que llegué a Estados Unidos. Muchas personas han dicho que escribir puede ser un exorcismo y en este caso lo ha sido para mí. Naty me ha enseñado muchas cosas, en especial que dentro del campus quienes me mantienen cuerda y se merecen mi total atención son mis estudiantes.

La burocracia universitaria y la figura de Governance son representadas de manera casi monstruosa. ¿Cómo surgió la idea de esta metáfora y qué crees que revela sobre el sistema educativo en Estados Unidos?

Si se percibe a las universidades como espacios donde se hacen transacciones, y donde prevalece el control de las donaciones y grants estatales y federales, la burocracia va a existir siempre. Tenía la ilusión de que el profesorado se escapaba de ello, que la academia era el lugar pleno para ser libres, para crear, para pensar y hacer pensar. Con el tiempo llegué a darme cuenta de que no era así, que sólo el aula me protegía como intelectual y docente. El salón de clases es mi happy place, los ojos de mis estudiantes mi refugio dentro del campus. Entonces me empeciné en plasmar en hojas mi visión de lo ilógica que puede llegar a ser la falta de conocimiento por parte de la administración de lo que ocurre dentro del aula. Traté de escribirla de varias formas, pero concluí que no tenía caso crear un personaje y nombrarlo, porque no era uno, ni dos, eran muchos, era todo un sistema, un país. Así que me puse a dibujar, quería ponerle una cara a ese sistema, a esa entidad. El dibujo, que todavía tengo guardado en una libreta, le dio cuerpo a la figura de Governance y me pareció igualmente ilógico, además de ridículo y perfecto.

El libro mezcla experiencias laborales con reflexiones sobre identidad y migración. ¿Cómo ves la intersección entre la sobrecarga laboral y la identidad de los académicos latinos en la diáspora?

Creo que la academia ha sido una vía para alcanzar la permanencia estable y legal en Estados Unidos no sólo para académicos latinos sino provenientes de todas partes del mundo. Digo ha sido porque cada día es más difícil obtener una visa de trabajo para ser profesora universitaria por la desvalorización del tenure como sinónimo de excelencia en pedagogía e investigación. En el caso de los profesores latinos en la diáspora, aunque se distribuyen en todas las áreas académicas, un gran número se encuentra en las humanidades y especialmente emplea los conocimientos de la lengua para entrar al mundo laboral, tanto en el campo de educación superior como de educación primaria y secundaria. Aunque pueda caer en un estereotipo, no es mentira que los inmigrantes venimos a trabajar y de igual forma lo hacemos dentro de una universidad. Si nos tiran más responsabilidades encima las asumimos y seguimos adelante por la visa, por la búsqueda de la permanencia, por la familia que está lejos, por los ideales, por los nuevos profesionales que ayudamos a lanzarse a la vida adulta. Al mismo tiempo llenamos la cuota de personal de color que las universidades tienen que alcanzar.

La estructura fragmentada de la narración y su estilo evocador generan un efecto muy particular en el lector. ¿Fue una decisión estilística desde el inicio o surgió orgánicamente mientras escribía?

Esta pregunta me encanta y creo que podría tardar horas respondiéndola. Trataré de ser breve. Este proyecto comenzó hace varios años con la idea de una novela sobre una profesora latina en el norte de Estados Unidos. La idea era clara, en mi libreta tenía una lista definida de los temas que quería tratar, incluso. Sin embargo, abandoné el proyecto por el hecho de que casualmente, al igual que la protagonista, he estado overworked. No encontraba la manera de disponer de periodos de tiempo continuos para escribir una historia de larga extensión. Así que decidí concentrarme en cuentos y seguir experimentando con la técnica, lo cual me apasiona y he hecho en mis libros de cuentos anteriores. La cuestión es que cada vez que me sentaba a escribir un cuento para que formara parte de este libro, Naty volvía a aparecer. Todo era sobre ella. Parecía que no podía dejar de contar su historia. A la vez, todos los cuentos terminaban siendo breves. Algunas veces me forcé a alargar la trama pero esta misma me decía que no. No era necesario decir más. Y así surgió esta novela corta, breve o en viñetas. Orgánicamente salieron a relucir escenas de la vida de Naty y quedé feliz y satisfecha. Al final volví a la lista de temas que había escrito en mi libreta para mi proyecto original y me di cuenta que los había incluido todos, o mejor dicho, que todos tocaban la vida de Naty.

En varios pasajes de Overworked, la maternidad es presentada como un reto que se entrelaza con la sobrecarga laboral. ¿Cómo ha influido tu propia experiencia en la academia y la maternidad en la construcción de la protagonista de su libro?

He trabajado el tema de la maternidad tanto en cuentos como en ensayos personales y crónicas. Lo he observado desde varios ángulos y creo que todavía me falta hacerlo desde varios más. Desde concebí el personaje de Naty sabía que era mamá. También sabía que tenía un compañero estable y querido. El gran reto de su familia radicaba en estar formada por una pareja inmigrante y desplazada, lejos de su familia y sin un sistema de apoyo. Casualmente, como Naty, yo he enfrentado diversos obstáculos para lograr obtener un puesto fijo dentro de una universidad y ser madre al mismo tiempo. Esto, por supuesto, va más allá de la realidad académica. Todo el mundo sabe que es muy difícil mantener una familia con un solo sueldo. Hacen falta dos. Sin un sistema federal de protección y remuneración a la mujer parturienta y lactante y con la imposibilidad de pagar los costosos servicios de daycare todo se vuelve cuesta arriba. Además, se suma la necesidad de echar raíces y brindarles a las hijas un sentimiento de pertenencia, cuestión que he visto no sólo dentro de mí sino en las vidas de muchas colegas en la academia. Usar la máquina tiraleche entre una reunión y otra en el campus, acostarse muy tarde calificando trabajos porque antes hay que hacer lo más lindo que es leer un libro de animalitos para ir a dormir, salir corriendo de clase para llegar a tiempo a la casa y recibir al bus escolar, estar presente, maternar, amar; todo eso no lo vivo yo únicamente, lo viven muchas familias, cientos dentro de la academia, muchísimas más fuera. Creo que la protagonista de mi novela personifica la experiencia de muchas mujeres y madres académicas, y por eso, de la mano de Naty incluí esta dedicatoria:

Hermanas de alma y aula:

este libro es para todas ustedes.

 

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