
Lima,
14 de febrero de 2023
ya lo sabía: de esta nadie sale vivo, menos un poeta con los bolsillos rotos, como el caso de este pechito. ya lo había decidido. ya lo había decidido. estoy listo. estoy tan cagado que de esta nadie me salva. nadie. por eso escribo esta nota de suicidio. por eso escribo. estoy hasta el cuello. ser un poeta limeño, un poeta de las periferias de lima, del mismo cono norte, del rico comas, no es garantía de tener billete en los bolsillos, en los bolsillos con huecos. encima tener vicios, tantos vicios, como poemas desperdigados en hojas, cuadernos, papeles higiénicos y en archivos word y un largo etcétera. la vida bohemia, el vagabundeo en bares, los cigarrillos, las apuestas, los libros, los miles y miles de libros que había acumulado en mi vasto librero (y los tantos que me he choreado) y las putas que visitaba con frecuencia en el jirón zepita. todo eso me había dejado misionero. peor todavía para un triste poeta que apenas sobrevive vendiendo sus poemitas a las parejitas o pidiendo préstamos a cualquier zángano sin pedir tantas explicaciones. pero ahí fue donde me había jodido. me había jodido la cabeza de tanto pedir fiado a mi dealer, quien me surtía con los polvitos blancos que me esnifaba. me había jodido de tanto beber latas y latas de cervezas Heineken la misma que bebía freddie mercury en sus conciertos de rock. es ahí que tuvo la mala fortuna de pedirles un préstamo sin saber que ellos, que ellos… entonces, sí o sí me daban vuelta la gente de «los malditos de macondo», una mafia de prestamistas extorsionadores, con quienes tenías una deuda de por vida o la pagabas con la pelona. ellos operaban bajo un aplicativo de préstamos llamado «altoque» y realizaban sus extorsiones bajo la modalidad de call center: llamaban con varios números o mandas audios o mensajes al whatsapp: «ya te jodiste», «mañana te enfriamos», «ya te cagaste mañana le metemos plomo a tu viejita a la perra de tu novia y a ti te metemos una granada al culo», «oe conchatumare con mi plata no te vas a quitar», «oe no seas conchudo no te hagas el tercio guerra avisada no mata gente». estaba tan jodido, pero tan jodido, jodi***// nose qué diablo estoy escribiendo; que no pensaba en otra cosa. no había otra solución. no lo hay. estaba cero balas. imposible pagar la deuda y los altos intereses. por esta razón, he decidido acabar con mi vida antes de que ellos se me adelanten y me lleven con san pedro. es hora de acabar con esta agonía. es hora de irme para dejar de sufrir, dejar de sufrir, de sufrir. pero he escuchado unas balas, no puede ser, no puede ser, debe ser una maldita broma. claro, solamente fue una llanta ponchada de un mototaxi, o tal vez la canción de canserbero que he puesto play en spotify a todo volumen, ¿o fue una de mercury?; pero antes de salir de mi cuarto dejo mi escrito, esta nota de suicidio…
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Pero has terminado enterrado vivo y a tu costado derecho se encuentra tu viejita, tu novia y las ratas gruñen, gruñen, y muerden tus pies, dedos e ingresan a tu boca y devoran tus vísceras. Gritas. Lloras. Es en vano. Ya estabas jodido desde aquel día que jugaste con ese demonio atómico, el demonio de tus instintos salvajes, de tu puta humanidad. Tus malditos vicios, tus deudas, tu puta vida bohemia te llevo a este infierno. Y cavilas que has cavado tu propia tumba desde el día que naciste. Es tu agonía. Agonía. Agonizas. Has de sufrir, sufrir, el oxígeno que se te escapa de tu aliento. Te quedas sin aliento. Te agitas. Te asfixias. Te pones azul. Azul. Sientes que te besa a la mejilla la mismísima Marilyn Monroe. Luego, sientes que Amy Winehouse te aprieta el chorizo. Otra vez azul. Azul. Puedes ver los rostros de Marilyn y de Amy abrazándote, acariciando tus labios, tus mejillas y riéndose de tu desgracia. Pero apenas sigues escuchando la voz chillona del duende, de un tal Tattoo, que te dice sigue escribiendo y que pronto acabes con esta mierda, con tu vida, para seguir con mis travesuras con otros huevones, pero te ves metido a un bucle temporal en el cual entran a tu casa, matan a tu novia y a tu viejita y antes de jalar el gatillo para librarte de ellos, pero ya te cagaron y despiertas otra vez atrapado en una tumba con mucha tierra y te asustas y gritas y das un golpe de Karate (¡Qué bueno fue hacer deportes en la secundaria! ¡Me salvo esta vaina que me obligaron hacer a regañadientes!) y sales de la tumba, pero te disparan.
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Y vuelves a repetir la misma escena en el cual entran a matar a tu viejita, a tu flaca. Otra vez la misma tragicomedia. Luego, te entierran antes de que puedas jalar el gatillo y quizás poder defenderte y salir de la mierda en que te metiste. Otra vez sales de la tumba, pero un tal Fregado, un sicario contratado por la gente de «Los Malditos de Macondo» te mete dos plomazos a la cabeza. Cierras los ojos. Dejas de latir tu corazón. Dejás de respirar. Se mofa de tu prosa nauseabunda, porque mi prosa es un manantial de sangre, es un disparo fulminante, es un adiós, es un hasta luego y tu mereces morir por tan insignificante literatura; si a esto llamamos literatura, permite volver a reír ante tu payasada. Repito: permite volver a reír ante tu payasada. Repito: permíteme cagarme de tu huevada llamada literatura, prosa o no sé qué. Repito: ya estabas cagado antes de mandarte con La Pelona. Como dice Terminator: «Hasta la vista, baby». Como dice Terminator: «Hasta la vista, baby».
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Y vuelves a repetir la misma escena en el cual entran a matar a tu vieja, a tu flaca y luego te entierran vivo antes de que jales el gatillo. Sales de la tumba, pero un tal Fregado, un sicario…
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Y se repite la tragicomedia: entran a su casa, asesinan a su vieja y a su flaca y las entierran en el patio trasero de la vivienda. Luego, ellos disparan antes de que él jale el gatillo…
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Una vez más entran a su casa, asesinan a su vieja y a su flaca y las entierran en el patio trasero de la vivienda. Luego, ellos disparan antes de que él jale el gatillo…
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Pero apenas sigues escuchando la voz chillona del duende, de un tal Tattoo, que te dice sigue escribiendo y que pronto acabes con esta mierda, con tu vida, para seguir con mis travesuras con otros huevones, pero te ves metido a un bucle temporal en el cual entran a tu casa, matan a tu novia y a tu viejita y antes de jalar el gatillo para librarte de ellos, pero ya te cagaron y despiertas otra vez atrapado en una tumba con mucha tierra y te asustas y gritas y das un golpe de Karate (¡Qué bueno fue hacer deportes en la secundaria! ¡Me salvo esta vaina que me obligaron hacer a regañadientes!) y sales de la tumba, pero te disparan…
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Y una vez más sales de la tumba, pero te disparan…
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Y otra vez salgo de la tumba, sí, salgo de la tumba, pero me disparan…
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Pero has terminado enterrado vivo y a tu costado derecho se encuentra tu viejita, tu novia y las ratas gruñen y muerden tus pies, dedos e ingresan a tu boca y devoran tus vísceras. Gritas. Lloras. Es en vano. ES EN VANO. Ya estabas jodido desde aquel día que jugaste con ese demonio atómico, el demonio de tus instintos salvajes, de tu puta humanidad. Tus malditos vicios, tus deudas, tu puta vida bohemia te llevo a este infierno. ¿Por qué diablos te has metido tanta mierda? ¿Por qué saciar tu maldita soledad? ¿No te bastaba el amor de tu viejita? ¿no te bastaban los poemas cursis que dedicabas a la vida? ¿no te basta tirarte todos los días a tu flaquita? ¿por qué tener que apostar lo que no tienes? Nunca puedes responder a los vaivenes de los versos, las preguntas y las decisiones que te han cagado y han cagado la vida de todos. La has cagado. Tanta mierda te has metido. Nunca podías dormir, soñar, ni estar satisfecho. Nunca. Al final, eres como esas ratas que chillan como esas perras que te gusta follar en esos prostíbulos de mala muerte. Siempre has pensando en acabar con todo, pero eres un marica que jamás va volarse los sesos. Nunca te vas a cortas las manos. Nunca te vas a tomar veneno de rata. Nunca te vas a tirar de un puente porque le tienes miedo a las alturas. Le tienes miedo a todo. Eres un puto cobarde. Y eso mismo lo sabes, carajo. Eres una mierda que no mereces compasión. Eres una mierda y no mereces piedad. Todo había empezado cuando apostabas con unos tíos que te ofrecían crédito de 10 mil, de 20 mil, de 10 mil, pero jamás te recuperabas en los casinos, y siempre te endeudabas con otras deudas para pagar otras deudas. Encima despilfarras lo poco que tenías en putas, cigarros, polvitos mágicos, chelas, puchos, libros, una pila de libros, anillos, joyas, pero jamás pagabas tus deudas y los tíos no te van a perdonar porque ya te dieron ultimátum de que le pagas mañana mismo o mañana mismo te entierran vivo junto con tu viejita y tu flaquita. Entonces, tienes que pagar sí o sí. Pero has pensando que eso es imposible. Mejor acabar con todo. Ya lo tienes todo planeado. Te vuelas los sesos sí o sí. Sí o sí te vuelas los sesos antes de que te cojan la gente de esos tipos. Sí o sí te vuelas los sesos antes de sufrir la carnicería de sus matones.
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Pero jamás escapas de la mierda; tienes ganas ubérrimas de romper con todo; nadas por aguas diáfanas oscurecidas repentinamente; sollozas y un tremendo aguacero te sorprende al mediodía; bebes esas botellas de cervezas; te putean, te pegan y sales mascullado de tantas peleas en bares, prostíbulos y otros escenarios lúgubres; te siguen unos enormes ojos cuadrados en estas noches azules que gritan tus míseras penas, esas mismas penas que has causado a tu viejita y a tu flaquita, pero que a ti te importa una mierda, porque eres un bastardo, un hijo de puta y un sinvergüenza; caminas entre muladares, ratas y piojos; estás siendo vigilado por gatos negros con ojos azulados, azulados y endemoniados que carcomen tus sentidos y te invitan, te invitan a finiquitar con tu puta vida; escuchas alaridos, gritos y amenazas de enfriarte en one, porque en one será, será en one, porque en one lo enfriamos; finalmente, sí, finalmente, tus esencias putrefactas se mezclaran con el polvo cósmico del cual formas parte, lamentablemente; morirás, sí, morirás, pero morirás sin saber cómo morirás, pero morirás, a final de cuentas; morirás, como bien se ha dicho, morirás, SÍ, MORIRÁS, porque tus palabras muertas así lo han decidido, morirás, MORIRÁS…
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ya lo sabía: de esta nadie sale vivo, nadie sale vivo carajo cargo 777////3333###?· no sé qué mierda estoy escribiendo/pensado/escribiendo/diciendo/pensando/escribiedno/estoy rayado/rayado, menos un poeta con los bolsillos rotos, como el caso de este pechito. ya lo había decidido. ya lo había decidido. ya lo había decidido{}´+)=no se u qu’ esto diciendo digo digo qué estopy haciendo pero esto ya esta hecho ya no hay marcha tras, atrás, tras, tras, atrás. me vory,voy vovy…
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Pero vuelves a despertar sudoroso. Ojos dilatados. Ojos dilatados. Ojos dilatados. Sientes sed, mucha sed. Estas sediento. Mil veces se repite el bucle temporal y es cuando decides aceptar la fatalidad de tu destino: te entierran vivo, pero ya no intentas huir, el aire se te acaba, sigues sudando, los gusanos atraviesan tu culo, las ratas tragan tus ojos y sobresalen dos cuencas vacías; pero de súbito despiertas echado, entubado y postrado en una cama por una Polimiositis que se ha ido complicando con los años, pues para los doctores tarde o temprano fallecerás; pero esperas pronto una muerte digna que la justicia se ha negado a otorgarte, porque estas condenado a sufrir una terrible agonía. Has aceptado tu destino fatal. Esperas la justicia, la justicia de dar termino a tu vida, a tu muerte digna. Esperas la justicia. Tal vez una muerte digna. Sí, tal vez una muerte digna. Tal vez mandar a la mierda eso que se llama agonizar. Nunca más agonizar. Un tal vez pronto viene. Un tal vez será. Un tal vez que cierra la historia de tu vida. Morirás. Sí, morirás. Morirás en París, en aguacero, porque en París será, porque en París será, como dice el famoso poema de César Vallejo. Porque así será: morirás en París, en aguacero, en aguacero, como César Vallejo. Porque así será: morirás en París, en aguacero, como César Vallejo. Porque así será: morirás en París, en aguacero, como César Vallejo. Porque así será: morirás, morirás, para jamás volver a sufrir. Morirás. Morirás porque esa fue tu voluntad estipulada en tu testamento muchísimas vidas antes, antes de terminar en estado vegetal, tal como has acabado HOY, porque habías decidido acabar con tus manos tu propia existencia antes de que agentes externos acaben con tus latidos. Habías decidido terminar con tu vida bajo tus propios términos. Y así será. Morirás. Morirás. Morirás bajos tus propios términos. Morirás en tu hogar rodeado de tus seres queridos. Ya has aprendido la lección de tu destino, esa fatalidad que siempre te persigue en cualquiera de tus vidas, de las miles y miles de vidas que te ha de tocar de vivir para fenecer de la peor manera, porque siempre has de morir en manos ajenas. Piensas que ya es hora de morir, por primera vez, con tus propias manos. Por fin, morirás bajo tus propios términos. Morirás. Morirás en el Barrio Latino de París. Morirás. Morirás, repito, en tu hogar rodeado de tus seres queridos, alejado de los hospitales, tubos de oxígenos y otros aparatos médicos. Se ha respetado tu voluntad. Morirás. Morirás en el Barrio Latino de París.
París,
30 de marzo de 2050






