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A Sangre fría en Ocean Drive

Uno de los secretos mejor guardados que esconde Miami Beach para los miamenses lectores amantes del True Crime, se esconde en las páginas de Truman Capote.


     Quizá una de las escenas más impactantes de la película Scarface (Brian de Palma, 1983), es aquella en la que Tony Montana (Al Pacino) corta el cuello de un narcotraficante, con una motosierra, en un motel de Miami Beach ubicado en la 728 de Ocean Drive. Una de las noticias más oscuras que se han reportado desde Miami Beach hacia el resto del mundo, tuvo lugar el 15 de julio de 1997, el asesinato al diseñador Gianni Versace en la puerta de su casa, la mansión Casuarina, en 1116 de Ocean Drive, cuando regresaba de tomar café y leer la prensa en el News Cafe. Ocean Drive es glamour y decadencia a contramano en una sola arteria frente al mar. Es esa calle de la que todos los habitantes de Miami huyen, pero que desde sus inicios y hasta hoy seduce y atrae productores, cineastas, artistas, y quienes la ven desde afuera hacen de ella un paso obligado cuando visitan Florida.

     En el año 1954, los muy jóvenes Perry Smith y Richard Hickock también sucumbieron al encanto de Ocean Drive. Ellos se habían conocido en la Kansas State Penitentiary, sobre ambos pesaban condenas menores y aunque la libertad condicional se veía al doblar la esquina, su futuro no era prometedor: pueblo chico, conservador y pocas oportunidades. Pero en la Kansas State Penitentiary Hickock hizo amistad con un recluso, extrabajador de la granja de la familia Clutter, en Holcomb, pueblito en Kansas, que le comentó que Herbert Clutter, cabeza de familia, era rico y guardaba una buena suma de dinero en su caja fuerte y eso podría ayudarles a empezar de nuevo. En la madrugada del 15 de noviembre un Chevrolet negro se estacionó en la puerta de los Clutter. Eran Smith y Hickock que atravesaron todo el estado Kansas para llegar allí. Su plan consistía robar el dinero de Herbert Clutter y huir a México, no obstante, las cosas dieron un giro inesperado cuando no encontraron nada en la caja fuerte y Perry Smith apuñaló en el cuello a Clutter. Luego disparó. Las siguientes víctimas fueron su esposa y los hijos Kenyon y Nancy. Perry y Hickock acababan de cometer uno de los asesinatos más brutales en la historia de Estados Unidos y debían esconderse de la justicia, entonces empezaron un periplo por distintas ciudades del país, e incluso Acapulco. Para las fiestas de fin de año, sin embargo, el destino era especial, era esa ciudad joven, que no tenía más de treinta años de fundada, Miami Beach, que se ofrecía al resto de Estados Unidos con la imagen de un lugar paradisíaco donde solo veraneaba gente con dinero, que Al Capone había puesto en el radar, lo mismo Marylin Monroe, de novedosa arquitectura Art Decò en colores pastel, rubias tendidas al sol dorando sus cuerpos, y en la que los hoteles más lujosos, como el Fontaine Bleu y Eden Roc, resguardaban sus costas.

     La meca del Art Decò –así fue concebida desde sus inicios Ocean Drive–, recibió a Perry Smith y Richard Hickock en el Somerset Hotel, building 335, una estructura pequeña, blanca, con acabados en color lavanda. Las atracciones del Somerset consistían únicamente en dos sombrillas al cruzar la calle, incrustadas en la arena, una color rosa y otra azul. Allí permanecieron cinco días, en una habitación doble, bajo la tarifa de dieciocho dólares semanales. Entre esta decadente postal de invierno y la piscina del hotel Fontainebleu transcurrió su estancia en Miami, y a los pocos días, transcurridas seis semanas de la masacre a los Clutter, fueron arrestados en Las Vegas, trasladados a Kansas, procesados y condenados a pena de muerte.

     El caso de Perry Smith y Richard Hickock ha sido documentado y contado por el periodista y escritor Truman Capote, bajo el título A Sangre fría, publicado en 1966, considerado el gran clásico de la narrativa de no ficción y el segundo más vendido dentro del género del True Crime. Y el Somerset hoy es un edificio residencial, cuyos habitantes, según apuntó tiempo atrás una nota en un diario local, no saben quién fue Tuman Capote y mucho menos leyeron su libro.

 

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