La segunda parte de la saga creada por James Cameron es fantástica, pero menos poderosa que la primera.
Grandiosa, deslumbrante, con actuaciones magníficas y efectos especiales espectaculares, Avatar 2: El sentido del agua ha alcanzado desde su reciente estreno un enorme éxito mundial y ha recaudado hasta la fecha más de mil millones de dólares.
En este triunfo hay que destacar el esfuerzo y la magnífica labor de los actores. La legendaria Sigourney Weaver asistió a una escuela de actuación para jóvenes con el fin de copiar sus actitudes y sus modos de comunicarse para interpretar a la perfección el papel de la adolescente Kiri. Y para filmar escenas marinas, todos aprendieron a aguantar la respiración bajo el agua por varios minutos.
La saga continúa en el prístino planeta Pandora, donde Sam Worthington como Jake Sully, el exsoldado terrícola convertido en guerrero Na’vi, y Zoe Saldaña como Neytiri, líder de los omatikaya, vuelven a ponerse al frente de la batalla contra los invasores, la Gente del Cielo, los humanos que descienden del espacio para adueñarse a como dé lugar de la riqueza natural de Pandora.
Después de su derrota inicial en la primera película, la Gente del Cielo ha regresado. La industria extractivista ha destruido la Tierra y los humanos necesitan explotar los recursos de un nuevo planeta y buscar la manera de sobrevivir en un nuevo mundo. Han construido una base de operaciones con la tecnología más avanzada y están decididos a reprimir cualquier acción defensiva de los Na’vi.
Pero en esta ocasión, el director James Cameron centra la película más en el intento de venganza de uno de los derrotados en el filme original, quien inexplicablemente ha sobrevivido como un avatar, que en la epopeya de un pueblo que defiende su identidad, su hogar y su modo de vida ancestral frente a invasores despiadados. El deseo de este sobreviviente de vengarse de Jake Sully es el eje de la historia y a la vez rebaja su dimensión épica.
Como muchos fans de la primera película, llevaba años esperando con ansia la continuación de la saga. No puedo decir que Avatar 2 me ha decepcionado. Todo lo contrario: las tres horas y diez minutos que dura la cinta son tan entretenidas y emocionantes que el tiempo en el cine pasa velozmente.
Sin embargo, aun con sus actuaciones magistrales y sus trepidantes escenas de acción, Avatar 2 no logra el impacto de la primera entrega. El nuevo escenario marino en el que se desarrolla la historia es fabuloso, pero no tiene la misma magia sobrecogedora del fantástico mundo arbóreo de la primera película, que Sully, en el cuerpo del avatar, descubre en una noche dantesca llena de peligros.
El mensaje social presente en la primera parte pierde vigor en la segunda. La destrucción del medio ambiente causada por la avaricia de las grandes empresas, el militarismo como instrumento para apoderarse de materias primas y de territorios (en este caso fuera de la Tierra) y la discriminación brutal contra un pueblo indígena, conforman la estructura temática de la primera Avatar. Esa estructura constituye una poderosa denuncia social contra males que ahora mismo padecemos en nuestro planeta, como el deterioro ambiental y su amenaza intrínseca contra la vida, y también la guerra como medio para afrontar problemas que deberían solucionarse por canales diplomáticos. En la segunda entrega, el mensaje acusador de Avatar se subordina a los efectos especiales y a la historia de supervivencia de la familia que Sully y Neytiri han formado, lo cual resta importancia a la epopeya colectiva de los Na’vi.
Trece años después del estreno de un filme inolvidable, Cameron nos ofrece una continuación que no alcanza el nivel de la primera, pero que es también una obra de arte con una estética deslumbradora y una trama emocionante. Aunque no creo que las próximas entregas sean tan alucinantes como la original, no me las perderé.
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