BIOGRAFÍA
Guillermo Severiche (Mendoza, 1986) cursó la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Cuyo y el doctorado en Literatura Comparada en Louisiana State University. Reside en Nueva York desde 2016, donde realizó el MFA en escritura creativa en New York University. Ha publicado ficción y ensayo en revistas de Chile, Puerto Rico, España y EE. UU. Es el fundador de la serie de lecturas y talleres EN CONSTRUCCIÓN New Works by Latin American Writers. Actualmente trabaja como profesor en Fordham University (Lincoln Center) y manager literario en IATI Theater en el East Village de Manhattan.
BIBLIOGRAFÍA
Novelas
El agua viene de noche (Griselda García Editora, 2021)
Háblame un poco de los últimos libros que has publicado o traducido o antologado.
Te puedo hablar de El agua viene de noche, mi primera novela y el primer libro que he publicado. Trabajé antes con textos poéticos o narrativos breves o artículos académicos que se han ido publicando en revistas, pero esta novela es en sí mi primer libro. Fue mi tesis de maestría del MFA en Escritura Creativa en español de NYU y la trabajé con la guía de Diamela Eltit. Yo la considero una novela de formación en la que se sigue a Atilio, un niño que crece en un barrio argentino de provincia. El contexto es particular: llueve, mucho, y cada vez que llueve aparece un montón de basura que inunda las calles y que poco a poco quiebra el orden social. Además de esta problemática que está en nivel más comunitario, a Atilio también le pasan cosas en nivel más íntimo, más personal. Cosas que tienen que ver con su familia, también con un deseo homoerótico emergente y con un episodio de abuso que se entremezcla con lo que le pasa adentro. En parte la basura adquiere varios significados que se condicen con este mundo interno, o al menos eso siento yo.
¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes?
Creo que cualquier medio que surja de un colectivo o de un grupo que tenga interés por abrir espacios comunitarios de lectura y escritura pueden ser buenos puntos de partida para descubrir autores. Para mí es lo que puede llegar a escapar de un interés mercantil sobre la literatura. Ahora que vivo en EE. UU., hay revistas como El Beisman, Suburbano y Los Bárbaros que miro y consulto para ver qué se está moviendo por estos lados.
¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana o latinoamericana?
No sabría bien a quién poner, pero sé que normalmente me dejo llevar por escritoras y por escritores queer en general. Es lo que más leo, lo que más me llama y lo que más me interesa. En primer lugar, pensaría en Reinaldo Arenas. Me encanta cómo empezó con algo súper experimental con Celestino antes del alba. Ese libro me genera varias cosas, me maravilla, me parece enigmático también, a veces me aburre un poco, otras veces me atrapa. También Antes del anochecer, texto capital. Obviamente admiro el trabajo de Diamela Eltit. Incluso antes de tenerla como maestra, ya conocía su novela Lumpérica (la cual me genera cosas diversas) y cuando tomaba sus talleres me leí Jamás el fuego nunca, el cual adoré. Creo que hay algo en el trabajar la lengua con un sentido plástico que me atrapa. Así también, el jugar con imágenes oníricas, con el cuerpo, con lo que no se puede nombrar fácilmente. Eso me atrae y veo que eso tienen en común mucho de los autores y autoras que admiro. Ahora bien, si una historia está bien contada o si una escena está bien armada, eso es algo que admiro también. Mariana Enríquez hace eso y la sigo por ello.
¿Qué nuevas escritoras y/o nuevos escritores hispanohablantes recomendarías?
Una persona que se me ocurre es la poeta Natasha Tiniacos, escritora venezolana. Leí Historia privada de un etcétera y me fascinó. También me gustó mucho la novela Pasajes de la escritora argentina Mariana Graciano. Estas son joyitas que tenemos que leer y compartir más.
¿Qué autora y/o autor está subvalorado en tu país de origen?
Yo diría el escritor Santiago Loza. Creo que está haciendo un trabajo excelente, impulsado por un deseo de escribir que admiro totalmente. Me encantan sus obras de teatro y su narrativa, así como su cine. Es súper versátil en ese sentido. Y me extraña que no se conozca todavía más lo que hace.
¿Y ahora qué autora o autor está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?
Para mí, Cortázar. Quizás sea un pecado lo que estoy diciendo… No sé. Nunca me conecté. Leí Rayuela y algunos libros de cuentos. Pero no pude engancharme. Me encanta “La noche bocarriba” y “Casa tomada”, pero no mucho más.
Si te encuentras con tu autor favorito vivo y te pregunta qué escribes, ¿cuál sería tu respuesta?
Lo que puedo, lo que me sale…
Si te encuentras con tu autor favorito muerto y te pregunta qué escribes, ¿cuál sería tu respuesta?
Lo que puedo, lo que me sale…
¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?
Está bien acompañado. Es la carne de un sánduche bien queer. Por un lado, tiene a Copi (Las guerras de las mariconas) y por otro lado a Luis Zapata Quiroz (El vampiro de la colonia Roma). No tiene de qué quejarse.
¿Qué serías si no fueras autor?
Cocinero. Me encanta cocinar. Hasta me gustaría ser panadero, pero no soy bueno calculando cantidades exactas. Cocinar con ollas, improvisar, dejarme llevar con los platos, eso me va mejor.
Te convocan (con un muy buen salario) a organizar el panel más disruptivo de la historia de una feria del libro. ¿A quién invitas y cómo se llama el evento?
Se me ocurre que haría algo con escritores de Chile que admiro y que sé que juntos podrían armar algo que daría que hablar. Tendría primero a Iván Monalisa Ojeda, luego a Alejandro Moreno, luego a un escritor inédito que se llama Franco Cárcamo y finalmente, a Diamela Eltit, para que cierre el asunto. Les daría libertad absoluta de intervenir sus textos y lecturas como les plazca, con proyecciones, discursos largos, performance, lo que sea. El evento se llamaría Cuerpos que arden. La política y la erótica del texto.
¿En qué estás trabajando ahora?
Tengo una novela, Cochabamba, que vengo dándole vueltas desde hace años ya, una novela que tiene que ver con mi herencia boliviana, tiene que ver con la muerte y la familia, lo indígena que vive dentro de uno y que choca o se conjuga con lo europeizante de la cultura argentina. Tenía una idea que trabajé, pero aún está en proceso.
También empecé a trabajar una serie de relatos durante lo peor de la pandemia que tiene a Nueva York y sus palomas como protagonistas. Me divirtió mucho este proyecto, me alivió también. Y ahora estoy trabajando con un ilustrador colombiano, David Cleves, porque queremos hacer un libro ilustrado con los relatos. Por ahora se llama Sobrevuelo. Historias de palomas en Nueva York.
¿Cuál va a ser tu próxima lectura?
Por ahora ando leyendo muchas obras de teatro. En IATI Theater, la compañía latina en la que trabajo como manager literario, tenemos una convocatoria de dramaturgia todos los años (Cimientos). Es mi tercer año en este rol y coordinando este programa con el director del teatro. Así que me la he pasado leyendo obras de teatro de todos lados. Me encanta. Uno puede sentir la pulsación de lo que se está escribiendo ahora, las cosas en común, lo diferente, lo vanguardista. Es un lujo poder hacer esto.
Pero apenas termine este proceso, tengo en fila dos libros de amigos: La mata de Eliana Hernández Pachón y Demonios de Huáscar Robles. Son libros que acaban de salir y que quiero leer ya.
Para terminar. Más allá de tu escritura, ¿tu vida da para un microrrelato, un cuento o una novela? ¿Por qué?
En mi cabeza, yo me imagino una novela. Quizás en estilo corriente de la consciencia, algo denso, a lo Virginia Woolf. Quizás porque muchas veces me meto por esos lados, lo intrincado, solo para complicarme la existencia. Pero quién dice que esta vida no sea más que un microrrelato. Novela o microrrelato, si está bien escrito y es atractivo, ya con eso me doy por satisfecho.