Kelly Martínez-Grandal nació en La Habana, Cuba, pero en 1993 emigró a Caracas junto a su familia. Allí estudio en la Universidad Central de Venezuela, primero una Licenciatura en Artes y luego una Maestría en Literatura Comparada. En esa misma institución fue también profesora por casi una década. En el 2014 volvió a emigrar, esta vez a Miami, donde trabaja como editora.
BIBLIOGRAFÍA
-Medulla Oblongata (CAAW Ediciones, 2017)
-Zugunruhe (Katakana Editores, 2020)
-Una luna anacoreta (Petalurgia, 2021)
-Muerte con campanas (SED, 2021)
CUESTIONARIO
Háblame un poco de los últimos libros que has publicado o traducido.
El último fue Muerte con campanas, mi primer acercamiento a la narrativa; una serie de cuentos que se desarrollan en las cuatro ciudades que mejor conozco: La Habana, Caracas, Miami y Nueva York. Historias mínimas, dramas cotidianos, personajes anodinos usados como excusa para recorrer geografías y culturas y para ahondar en otras cosas, además de visitar mis temas recurrentes: la emigración, la muerte, la identidad, el universo femenino. Antes, vino Zugunruhe, un poemario bilingüe que gira en torno a los dos primeros temas obsesivos y ahonda en Miami como lugar de emigrantes, en la muerte de mi padre; el hecho de que tantos aquí no sean enterrados, literalmente, en su propia tierra.
¿Qué blogs, revistas electrónicas u otros sitios en internet recomendarías para descubrir a autores noveles hispanohablantes?
Suburbano ha sido un espacio fundamental para mí. También ViceVersa Magazine, Hablemos, escritoras; New York Poetry Review y Altazor. La verdad es que llego a mucha gente a través de redes sociales.
¿Cuáles son tus referentes en la literatura iberoamericana o latinoamericana?
Muchos, mayormente poetas: Gabriela Kizer, Olga Orozco, Hanni Ossott, Lydda Franco Farías, Dulce María Loynaz, Yolanda Pantin, Rafael Cadenas, Armando Rojas Guardia, Damaris Calderón Campos, Reinaldo Arenas, Carilda Oliver Labra, Aimé Césairse, Raúl Zurita, Reina María Rodríguez, solo por mencionar algunos. Pero también están Borges (que no solo fue poeta), Juan Rulfo, Rómulo Gallegos, Adriano González León, Abel Posse, Lydia Cabrera, Junot Díaz y, recientemente, Maryse Condé. La lista es mucho más larga y crece con los años. Por ejemplo, acabo de descubrir a Gloria Gervitz y sé que se quedará conmigo.
¿Qué otras autoras y/o autores han tenido influencia en tu obra?
No sé si en mi obra, pero sí en mí, en quién soy y cómo entiendo el mundo, que seguramente se traduce en lo que escribo. Allí, Jack Kerouac fue fundamental, al punto de hacerle una Tesis de Maestría, casi trescientas páginas. De hecho, buena parte de los escritores estadounidense de ambas posguerras: Carson McCullers, Langston Hugues. Edna St. Vincent Millay, Fitzgerald, Steinbeck, Hemingway, Diane di Prima… Además, Homero (específicamente La Odisea); Virginia Woolf, Cesare Pavese, Anna Ajmátova, Thomas Mann, Marguerite Yourcenar, Lucia Berlin. Recientemente, Sylvia Plath (agradezco no haberla leído en la adolescencia), Elena Ferrante, Chimamanda Ngozie Adichie e Ilya Kaminsky.
¿Qué nuevas escritoras y/o nuevos escritores hispanohablantes recomendarías?
A Noel Alonso Ginoris, María Dayana Fraile, Juan Romero Vinueza, Diana Moncada, Michel Nieva, Dainerys Machado, Ray Veiro, Adalber Salas, Teresa Obergoso, Marelys Valencia, Pedro Medina León, Alejandro Castro, Valeria Luiselli., Luis Alejandro Ordoñez, Ricardo Ramírez Requena…otra lista incompleta.
¿Qué autora y/o autora está subvalorado en tu país de origen?
No tengo la menor idea. Hace unos años hubiera dicho que Calvert Casey, que no era cubano de nacimiento, pero era cubano. Sin embargo, su obra a empezado a desenterrarse, leerse y estudiarse.
¿Y ahora qué autora o autor está totalmente sobrevalorado en tu país de origen?
Hace mucho dejé de pensar en términos de sobrevalorado. Todo escritor tiene su público y, que a uno le guste o no, es opinión y no criterio. Más que una autora o autor, diría que una tendencia: la de ser obligatoriamente clásico u obligatoriamente contestatario. En la literatura hay demasiados espacios para moverse.
¿Cuál ha sido tu peor (¿o mejor?) borrachera en una feria del libro?
No recuerdo ninguna memorable, pero también cabe la posibilidad de que estuviera tan borracha que la haya olvidado. No, en las ferias nunca me emborraché. En los festivales de teatro de Caracas, la historia es otra.
¿Qué serías si no fueras escritor o escritora?
Debería contestar que aquello para lo que me formé: historiadora del arte, pero es una respuesta tramposa, porque lo ejercí. Entonces, las que no pude ser, las imposibles: astrónoma o botánica.
¿Qué viene luego de Borges en tu biblioteca?
Ida Gramcko, poeta venezolana. Ordeno por géneros y orden de tamaño y mi primer acercamiento a Borges fue a través de su poesía. Así que, aunque es el famoso “libro verde” (que contiene toda su obra) le toca ese tramo.
¿En qué estás trabajando ahora?
En el mar y en una funeraria. Poesía y cuento.
¿Cuál va a ser tu próxima lectura?
Papi, de Rita Indiana y 32 poemas, la antología bilingüe de Hyam Plutzik editada por Suburbano.