Diego Armando Maradona, considerado por muchos el futbolista más grande de la historia, falleció este miércoles de un paro cardiorrespiratorio.
Nació el 30 de octubre de 1960 en Lanús, y creció en Villa Fiorito, un suburbio pobre de Buenos Aires, la capital argentina, el quinto de ocho hermanos de una familia de bajos recursos.
Su impresionante talento futbolístico lo llevó a la cima del deporte y del éxito, pero siempre fue un hombre humilde que no olvidó sus raíces y que manifestaba constantemente su preocupación social.
En 2014, Maradona visitó Nicaragua y se declaró “un soldado” del presidente sandinista Daniel Ortega. “Le quiero decir a los nicaragüenses que quiero volver, que vean en Diego Maradona un amigo, un amigo de Nicaragua, un amigo de Ortega y un amigo por sobre todas las cosas de la lucha nicaragüense, que yo soy un soldado de Ortega”, expresó el estelar futbolista momentos antes de abandonar el país centroamericano. Apoyó al presidente argentino Néstor Kirchner; a su esposa, la presidenta Cristina Kirchner, y dijo que el sucesor de Cristina en la Casa Rosada, Mauricio Macri, era un ignorante. La amistad de Maradona con líderes revolucionarios como Fidel Castro y Hugo Chávez le ganó numerosas críticas.
Los detractores del astro deportivo han destacado la caída del futbolista en el alcoholismo y la adicción a las drogas, que lo llevaron a someterse a tratamientos médicos en Cuba.
Pero Maradona siempre será recordado como el dios del fútbol, el héroe de la cancha que le dio a Argentina el triunfo en la Copa del Mundo de 1986. Y que en Italia condujo al Nápoles, un equipo hasta entonces menor, a victorias espectaculares entre 1984 y 1990.
Maradona fue la inspiración de millones de jóvenes pobres como él lo fue. Transmitió un mensaje de esperanza a los que se levantan cada mañana golpeados por la vida y por la desigualdad. Subió bien alto con el balón, con la pelota que “no se mancha”, como él dijo; jugó y luchó por los que están en desventaja y le anotó goles formidables a la inequidad y al desaliento.
“Nos llevaste a lo más alto del mundo”, dijo en Twitter el presidente de Argentina, Alberto Fernández, tras la partida del ídolo del deporte. “Nos hiciste inmensamente felices. Fuiste el más grande de todos. Gracias por haber existido, Diego. Te vamos a extrañar toda la vida”.
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