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Narrativa viral

Que el confinamiento iba a dar lugar a nuevos frutos culturales es algo que, por una vez, predije. Y su cristalización me obliga a dejar en pause mi serie sobre True Crime y ponerme a analizarlos por su rabiosa actualidad, o por miedo a que se desactualicen en estos tiempos efímeros. No se trata de un solo producto. Son varios. Las diversas producciones de Jorge Carrión (Tarragona, 1976), escritor, ensayista, agitador cultural y profesor. El formato también es múltiple. Por una parte, acaba de aparecer Lo viral (Galaxia Gutenberg), ensayo urgente disfrazado de falso diario, aunque sincero, como indica el propio autor. En él reflexiona sobre la pandemia y cómo esta ha afectado a la creación cultural y, por extensión, a toda la sociedad. Uno de sus análisis más extensos está dedicado a las ficciones sonoras. Dado el currículum hiperactivo del autor, no resulta extraño descubrir que con la pandemia ha aparecido Solaris: Ensayos sonoros. Se trata de una serie de podcasts, también simulados, en donde Carrión realiza una foto fija de la actualidad cultural con la ayuda de Ella, un supuesto algoritmo de voz a la manera de Cortana —que narra desde el futuro—, y de prominentes especialistas de la contemporaneidad como Eloy Fernández Porta o José Luis de Vicente. No cansado con ello, Carrión también participa de Curarnos, primer fanzine en formato Whatsapp de periodismo cultural, esta vez colaborando con Paty Godoy, Omar Rincón y Pere Ortín.

La estética expandida de Carrión a la hora de vestir su pensamiento no es nueva. En colaboraciones previas con el escritor y ensayista Reinaldo Laddaga (Rosario, 1963) ya había incursionados en territorios ignotos para el crítico (busquen Ripley: Historias para no creer). Y, por su cuenta, ha colaborado en numerosos proyectos de novela gráfica (Los vagabundos de la chatarra o Shakespeare & Cervantes, entre otros). Carrión teoriza y, a la par, pone en práctica sus juicios creando. En este caso el formato de los podcasts es el más evidente, pero también a través del vídeo y el sistema de distribución por una aplicación de móvil dialoga entre pensamiento y formas, y abre nuevas vías para comunicar ideas.

La recepción de este lector, oyente, usuario de Whatsapp es diversa, como lo son los materiales. Debo reconocer que en el que me he sentido más cómodo es en el formato libro, su falso diario, como lector compulsivo de diarios narrativos que soy. No sé si debería preocuparme porque, como muy bien dice el autor en la página 23: “Al menos en política ya hemos pasado completamente de la cultura del libro a la cultura de la app.” El diario se inicia el día que comenzó la pandemia en Wuhan, el 17 de noviembre de 2019, y corre en paralelo con los acontecimientos ocasionados por la COVID-19. Pero, en realidad, se escribió entre el 10 de marzo y el 25 de mayo de 2020, y algunas de las entradas están recicladas a partir de publicaciones del autor en medios, según figura en la nota final. Eso le permite intercalar entradas que provienen del pasado o del futuro entre la línea cronológica que debería presidir un diario real. De ahí que su autor lo considere “un antidiario de no ficción” (p. 9), aunque sea muy respetuoso con la tradición diarística, referenciando diarios literarios muy conocidos: Franz Kafka, Cesare Pavese, Julio Ramón Ribeyro, Susan Sontag… Allí se encuentra el núcleo de las reflexiones de Carrión en estos momentos, que se expanden hacia otros formatos. Como buen diario, también se encuentra una vertiente personal, que no íntima: los recuerdos familiares, los amigos, la cotidianidad. Alcanza momentos muy álgidos, en especial, cuando Carrión se pregunta si merece ser autor, si merece publicar, en la entrada del 2 de marzo (pp. 96-98), que visibiliza su pulsión interior, lo que muestra la sinceridad enunciada. Y se reconecta con la actualidad a partir del fragmento del 13 de marzo.

En su falso diario, el autor nos ha puesto sobre aviso: cómo se aficiona a las ficciones sonoras (p. 57), por qué comenta alguna (p. 78), cómo se documenta sobre la importancia creciente de la grabación oral (p. 143). Al tratarse de un diario sincero, aunque ficticio, quien lo lee entiende la secuencia lógica que ha llevado al autor a grabar podcasts. Pero lo cierto es que escribió los guiones de Solaris a finales de 2019. Después de la pandemia pero antes de la escritura efectiva del libro. El creador utiliza oralmente el mismo estilo que en su escrito. Todo está muy bien conectado y entrelazado. Da qué pensar: ciencia, tecnología, cultura… Pero mi recepción es ambivalente, más que por la calidad de los contenidos, muy alta, por mis propias limitaciones. Por un lado, gracias a lo que escucho soy capaz de explicarle a mi hijo, un Generación Z de 11 años, la función del youtuber en la cultura contemporánea. Por el otro, buena parte de lo que me llega me supera. Si bien es cierto, como he leído en su diario, que: “En comparación con la memoria y el crecimiento de más de trescientas personas que escriben en países de todo el mundo, ¿qué es, por ejemplo, este ridículo diario?” (p. 69), eso no alivia mi vértigo ante lo que está por venir. Me hace pensar que ya no estoy preparado para los cambios futuros, que Carrión anuncia. La vejez será dura. La pandemia lo ha evidenciado. Un escalofrío me recorre el espinazo. Gracias por avisar.

El fanzine guasá Curarnos es otra cosa. Surgió en una conversación sobre periodismo entre los 4 implicados, imagino que en alguna plataforma de reuniones virtuales. Carrión propuso la idea y entre todos se pusieron manos a la obra. Con el móvil es fácil. Ver un vídeo es una experiencia cotidiana y sencilla, aunque se trate de “periodismo dadá”, como lo definen sus participantes. Leer textos interactivos o visionar imágenes no resulta mucho más complicado. Es lo mismo que gestionar tu cuenta de Whatsapp, solo que con mayor intencionalidad en los contenidos. En todo caso, también hace reflexionar: ¿Cómo nos llegarán las noticias a partir de ahora? ¿Son nuestros círculos fiables? ¿Cómo se va a transformar el concepto de verdad, tan imprescindible para valorar la información, en el futuro? Son cuestiones apasionantes en momentos críticos. Agradezco mucho a Carrión que me ponga frente al espejo del porvenir, que me haga pensar, y que lo consiga de una forma tan amena. Tal vez este comentario debería haberse subido en forma de vídeo a YouTube, o mediante un texto en una lista de distribución, pero eso lo voy a dejar en manos de mi vástago. La clásica fórmula de la reseña escrita es la forma más honesta de transmitir mi vértigo y a la vez mi admiración. Solo me queda recomendar que lean, escuchen, vean a Carrión. En los intersticios de su discurso se encuentran las claves de nuestro futuro inmediato.

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