Nadie niega que algunas verdades incomodan. A veces se oculta o se silencia la realidad para no enfrentarla, para que no hiera o simplemente para que no se devele ante los demás. Esta incomodidad es lo que siente la gente del pueblo de Pfilzing frente a lo que hace Sonja, una muchacha a quien desdeñan, en el filme La chica terrible o The nasty girl (Das Schreckliche Madchen) (1990) de Michael Verhoeven. Se narra aquí una historia verídica que se presenta de manera irónica y jocosa. La obra cuenta lo que le sucede a Sonja cuando decide redactar un ensayo sobre el pasado de su pueblo, cuando estuvo bajo el llamado tercer imperio (el régimen nazi) en Alemania. El director advierte desde el inicio que la historia es real pero que sus personajes y eventos son ficticios. Al mismo tiempo es como si se tratara de un documental, dada la forma en la que los hechos se introducen; la protagonista habla directamente a la cámara mostrando su vida. Verhoeven busca así enlazar su propósito con el del personaje, ambos crean ensayos; textos que a pesar de indagar sobre la realidad, ésta se modula a través de la manera en la que se expone.
Cuando The Nasty girl comienza, casi de inmediato aparecen las preguntas que mueven el resto de la trama. En una iglesia en pleno centro urbano dos trabajadores las borran de la pared: “¿Dónde estabas tú de 1939 a 1945? ¿Dónde estás ahora?” Precisamente, es en el ahora de Sonja en el que se da la búsqueda de la verdad entre las fechas mencionadas. Ella quiere registrar los archivos (y lo logra) para hacer público lo que sucedió en su pueblo durante dicho periodo.
La técnica de los telones de fondo que se utilizan en una gran cantidad de escenas ha sido señalada por algunos críticos como ineficaz. Esto incluso aunque la pieza fue galardonada con el premio al mejor director en el festival fílmico internacional de Berlín y como mejor cinta extranjera en el New York Film Critics Circle. La detracción señaló que este recurso cinematográfico le quita fuerza a lo narrado. No obstante, difiero de estos comentarios. A mi entender, el director ilustra la falsedad a través de estos telones; representa el engaño al que han estado sometidos los ciudadanos de Pfilzing. Los bastidores cumplen la función de servir como cortinas que ocultan esa verdad. No es casualidad que las escenas que se sirven de este elemento sean las que tienen una relación directa con lo que se le quiere negar a Sonja.
Sucede lo mismo cuando la familia lee el periódico. El grupo familiar parece estar en la sala de su casa, pero simultáneamente están en una especie de carroza-tarima moviéndose en la que transitan expuestos por las calles del pueblo. Esta utilería funciona además para poner la ficción por encima de los eventos verídicos. Así se hace un paralelo entre las personas del pueblo alemán con Sonja (en la intemperie, expuestos) o con todo aquel que quiere develar aquello que ha estado oculto por mucho tiempo. Por lo tanto, y como es sabido, los periódicos ilustran una verdad a medias. Verhoeven muestra entonces lo aparente, la negación/afirmación frente al engaño, la Historia (como estática) de cara a la labor de la investigación histórica –siempre en movimiento.
Aún todos los inconvenientes que enfrenta la protagonista, al final es reconocida por sus logros. El pueblo distingue su labor investigativa, por su tenaz búsqueda de la verdad, y la honran con un busto. Sin embargo, en el momento de la exposición de la escultura ésta cree que la gente le está engañando nuevamente, que le ocultan otras verdades, que quieren evitar que ella continúe esculcando los secretos que las personas guardan. Ya ella no confía en la ‘buena’ voluntad de sus compueblanos, ni siquiera en la de su propia familia. El filme termina así, dejando la sensación de que hay algo inconcluso. Al igual que un ensayo literario, que el párrafo de conclusión deja abierta la posibilidad de incitar al lector para que abunde en el tema, también Verhoeven en su filme-ensayo impulsa a los espectadores a una búsqueda, a no dar por sentado lo que la Historia (aquello que es escrito como definitivo) propone como cierto.
El tono desafiante de la cinta me parece contundente: Verhoeven nos invita a revisitar la historia, en específico el periodo del holocausto. Este nos pide tal vez que busquemos en cada rincón, en cualquier momento histórico, allí donde ha sido vedada la investigación. The Nasty Girl es una incitación a desentrañar sin miedos la verdad.