A veces
uno de tus pies
decide ser un pétalo en el agua.
Desciende
con la misma lentitud
con que ha brotado el blanco
en el lirio de cristal
y toca el cielo,
el invertido cielo que se abre
para el vuelo de tu pie.
La inmóvil calma de su altura
en el espejo es otra y es la misma.
Entonces acontece,
reflejo y pétalo se acercan
hasta repetirse en ondas
mientras tu pie desciende
como tallo que se eleva
para alcanzar una secreta cúspide.
Alguna vez el pétalo
ha domado la quietud:
Te he visto caminar sobre la superficie.
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