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826 Valencia o del amor a la escritura

Por Carlos López-Aguirre

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Desde el relato de un gato que se mira en un espejo hasta una poesía dedicada a una madre, desde la historia de un tío lejano que aparece un día cualquiera hasta una carta al primer presidente negro de los Estados Unidos. No importa lo que los niños y adolescentes de San Francisco quieran escribir, 826 Valencia está ahí para ayudarles a plasmar sus ideas en un papel. Tiene profesores, pero no es una escuela. Cuenta con decenas de voluntarios, pero no puede considerarse una ONG cualquiera. 826 Valencia va mucho más allá de ambos conceptos.

Si fuera necesario describir lo que es 826 Valencia, lo más conveniente sería un relato como los que realizan los niños y adolescentes que la organización apoya, tal vez este sería el resultado: “Érase una vez un escritor y una veterana profesora que comenzaron a ayudar a unos niños a hacer sus tareas de escritura. Entonces vieron cómo los textos hacían felices a aquellos pequeños, así que decidieron ayudar a más y a más niños a lo largo de todo el país”. Seguramente el cuento tendría que ser mucho más largo y debería comentar múltiples detalles para describir la totalidad de una organización que ha logrado cambiar la vida de miles niños en los Estados Unidos.

Dave Eggers es uno de esos fenómenos literarios que sólo puede explicarse a partir de los tiempos en los que vivimos. En su obra no sólo se observa una calidad estética excepcional, sino también un compromiso social que no se queda únicamente en el papel. Eggers está convencido de que la capacidad creativa de las personas puede cambiar su vida. Primero fundó las revistas McSweeney’s y The Believer, las cuales nacieron con el objetivo de acoger a autores irreverentes y originales que se han convertido en fenómenos literarios como George Saunders o el fallecido David Foster Wallace. Sin embargo, su proyecto 826 Valencia, fundado junto con la experimentada profesora Nínive Calegari, ha sobrepasado todas las expectativas. A tal punto, que la revista TIME consideró  a Eggers en el año 2005 como uno de los personajes más influyentes de los Estados Unidos gracias a la relevancia que había tomado la organización.

826 Valencia (por cierto, el nombre se debe a la dirección de la sede de la organización en la ciudad de San Francisco) nació hace doce años con el propósito de apoyar a jóvenes entre 6 y 18 años a desarrollar sus habilidades en la redacción y ayudar a los profesores a incentivar la escritura entre sus alumnos. La idea de Eggers y Calegari rompe por completo con los diversos proyectos que se conocen de promoción de la cultura entre los chicos -quienes a esas edades están más interesados en jugar con una Play Station – pues en este caso busca desarrollar las capacidades creativas de los más jóvenes, lo cual parece mucho más atractivo.

En su artículo The Future of  Words, publicado en la revista Squire en septiembre de 2008, Eggers asegura que son sólo los jóvenes los que mantendrán vivos los libros, por eso no basta con ponerlos en sus manos, sino que es necesario que también sean capaces de crearlos.

Para lograr estas metas, 826 Valencia ha desarrollado diferentes programas como tutorías, asistencia en escuelas, viajes o talleres de verano. Todos totalmente gratuitos, pues la organización se mantiene a partir de donaciones.

Durante las diferentes actividades, los niños trabajan sobre textos tanto de ficción como de no ficción. Además ayudan a jóvenes hispanos, los cuales son muchos en el estado de California, a desarrollar las famosas compositions para la materia de inglés de sus colegios. No obstante, no es raro encontrar en la Writing Gallery de la página Web de la organización algunos textos en castellano. Pero lo más sorprendente de la galería no es sólo la calidad de los textos, sino el desarrollo de las ideas en niños que no pasan de los diez años de edad.

En 826 Valencia todo es promover, incentivar, fomentar, crear: las actividades de la organización están llevadas a cabo por voluntarios, los cuales son desde periodistas y estudiantes hasta abogados y jubilados. Por otra parte, los textos de los niños no se quedan sólo en su cuaderno, sino que se busca la manera de publicarlos (no olvidar el gran deseo de Eggers), ya sea como una antología de cuentos o ensayos o un libro con un tema específico. Por ejemplo, uno de ellos lleva por título Thanks And Have Fun Running The Country, el cual está realizado con decenas de cartas de alumnos de 826 Valencia dirigidas al presidente de los Estados Unidos, Barak Obama.

Este continuo impulso de 826 Valencia no podía quedarse sólo en la ciudad de San Francisco. Así que durante los últimos años fue contagiando a otras ciudades norteamericanas: Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Seattle, Ann Arbor, Boston y Washington D.C, creando así 826 National. Seguramente este empuje seguirá adelante y algún día le dará la vuelta al mundo. Entonces muchos niños y adolescentes, dentro de algunos años, estarán encantados en contar la historia de 826 y escribirán en sus cuadernos: “Érase una vez un escritor y una profesora…”.

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