Ahora están de moda los selfies. Así le empezaron a llamar en español también. “Mi primer selfie” escribe la gente en las redes sociales cuando publica una foto que se toma a sí misma. Los selfies tomaron fuerza por el uso de las cámaras fotográficas que vienen incorporadas en los smart phones y que permiten tomarse una foto como si el teléfono fuese un espejo.
La imagen en ese espejo y la crítica que se ha generado en torno a esta es lo que me ha incentivado a escribir esta pequeña nota. Resulta que hay personas que quizás por ser vanidosas, por juguetear, por expresar sus pensamientos visualmente, se toman selfies frecuentemente. Dichas personas son las que se llevan la mayor crítica (que les afecte o se den por aludidas o no ya es otro asunto). Las tildan de narcisistas en primer lugar, de que tiene un síndrome, el síndrome del selfie, de intolerantes, de que se creen más que los demás, un tanto superiores; en fin, los tildan de tantas cosas. No dudo de que haya por allí quienes hacen algo en exceso y se vuelva un desequilibrio (por allí dicen que todo exceso es dañino) pero tampoco dudo de que los selfies también sean en muchos casos una ventana hacia un pensamiento profundo y una puerta hacia una expresión artística.
El hecho es que la gente se olvida de que antes de que existieran este tipo de cámaras en los teléfonos inteligentes a los selfies se les llama autorretratos. Ahí está el detalle. Es decir, la necesidad de captar la imagen de uno mismo no es algo nuevo, no nace de la modernidad. Lo que está ocurriendo en estos momentos es la proliferación de la publicación de autorretratos en las redes sociales por las herramientas tan fáciles de usar que ofrecen los smart phones. Ya no hay que ser un fotógrafo profesional para tomarse una foto uno mismo, solo volteamos el celular y ya, listo, un selfie. Ahora bien, qué tal si un artista se dedica a tomar selfies. Si Frida Kahlo hubiera tenido un smart phone, imagínense cuántos hubiera tomado. La imagen de su lecho mientras postrada pasaba horas mirándose en un espejo instalado en el techo de su cama y pintándose es en mi opinión hermosa. Es decir, poniendo al lado el sufrimiento físico y los terribles dolores que tuvo, es precioso el hecho de que haya podido sacar de sí misma una gran variedad de escenarios en los que la imagen central fuera su propia cara. Frida Kahlo está presente en la mayoría de sus propias pinturas. No usó un smart phone, se pintó… ¡hasta pintó los yesos que le ponían para tratar de arreglar su columna! ¿Y si hubiera tenido un celular? Creo que sería la persona con más seguidores en el Instagram.
En estos tiempos modernos la fotografía y los autorretratos son menospreciados porque con toda esta confusión de lo que es un selfie se cree que todo el se saque fotos a sí mismo no tiene más nada que hacer en su vida que mirarse al espejo. Estoy segura que no se critica a Frida de esa manera por todos los selfies que pintó. Pero veamos el caso de Lindsay Bottos (http://lindsaybottos.com/anonymous ), una artista de 21 años que hizo un proyecto de fotografía editando sus selfies con la recreación de mensajes que a través de las redes sociales personas desconocidas le hacían llegar criticando sus selfies. Como muestra un botón:
En este mensaje le dicen que es mejor que deje de existir a que siga tomándose selfies. Entonces si los que se toman selfies no tienen nada que hacer, ¿qué me dicen de los que gastan su tiempo escribiendo este tipo de mensajes?
Lo que existe en realidad es un problema de percepción. Hay una línea muy delgada entre una expresión artística (hecha por un artista o por una persona que no lo es) y el acto divertido de tomarse una foto a uno mismo. El hecho de tomarse un selfie conscientemente para expresar algo puede, en muchos casos, llevar consigo un profundo tema revelador.
Otro ejemplo es la fotógrafa de 35 años de edad, Jen Davis ( http://www.jendavisphoto.com ), la cual llevó a cabo durante varios años una serie fotográfica de sí misma como objeto bajo la mirada de la obesidad. Es decir, una persona obesa se tomó muchos selfies para poder mirarse a sí misma y entender el mundo en que vivía y el problema del peso que le había estado dando problemas desde que era niña. Su trabajo, en mi opinión, es magnífico. Comparto con ustedes mi foto favorita:
¿No es una belleza ese selfie?
Mirando todos los autorretratos de las artistas que he mencionado aquí me pongo a pensar y me imagino a Frida con su celular. Si Frida hubiera tenido un smart phone, yo sería su seguidora número uno y muy probablemente Lindsay y Jen sabrían de su trabajo.