En una de sus últimas acciones, aquel 11 de setiembre de 1973, Allende llega al Palacio de la Moneda con la completa certeza que ahí él y su familia estarían más seguros; llega con la completa seguridad que el Ejercito; comandado por su hombre de confianza el General Augusto Pinochet, y los Carabineros de Chile se mantenían leales; llega con la completa certeza que en ningún caso, las fuerzas golpistas atacarían el Palacio de la Moneda. Sin embargo, otra es la historia que conocemos. Aquel 11 de setiembre quedará marcado, en la historia de Chile, como el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet y las imágenes del bombardeo aéreo del Palacio de la Moneda quedarían grabadas hasta el día de hoy.

Muchas emociones y pensamientos hubieron de recorrer a Allende durante esas siete últimas horas en las que cayó en la cuenta que su amigo y leal compañero Pinochet no había sido apresado como él lo había presumido si no que estaba a cargo de la Junta Militar que había decidido derrocarlo ya sea por las buenas o por las malas. “Tres traidores” se dice a sí mismo cuando cae en la cuenta que está solo, que la fuerza aérea, la fuerza naval y el ejército le solicitaban que renunciara, que tomara un avión y que se fuera del país con toda su familia.

Muchos pensamientos los de Allende pero una sola convicción, esa convicción que, en los momentos de crisis y de presión, son los que definen una vida, la hacen trascendente o la funden en el anonimato. Allende tenía la certeza que él no renunciaría, que a él lo sacarían muerto de la Moneda y cumplió su promesa hasta el final. En la película se ve a un Allende presionado hasta las últimas consecuencias por renunciar, ve a su colaborador más cercano (Perrito Olivares) suicidarse ante el inminente ingreso del ejército, ve partir a su familia, recibe noticias que las fuerzas golpistas están atacando civiles y es así que decide dejar ir a su guardia personal para quedarse hasta final él solo. Ya no quería más muertes al final y al cabo la decisión de no renunciar era suya, una decisión total y absolutamente personal.

Es gracioso e irónico que en estos momentos en que la política del país está llena de contradicciones, en que las promesas de los gobernantes se convierten fácilmente en intereses particulares, en que el descaro y el cero compromiso con un ideal político e ideológico se ha perdido, en que los principios se han relativizado, la palabra que más escucho sobre Salvador Allende sea “consistencia”, así lo describe Miguel Littin, director de “Allende en su laberinto”, al presentar su obra, la misma que le tomó más de 10 años en filmarla, que no contó con guión y que recién pudo grabar las escenas del Palacio de la Moneda, es decir casi toda la película, durante el gobierno de Bachelet.

En aquella sala del Centro Cultural de la Universidad Católica del Perú y en pleno Festival de Cine de Lima, Miguel Littin se siente nervioso de presentar “Allende en su laberinto”, es la primera vez que la película sale a otro público que no sea chileno y termina su presentación parafraseando el último discurso de Allende a través de radio Magallanes ese 11 de setiembre de 1973 diciendo “que mucho más temprano que tarde de nuevo abrirán las alamedas por donde pase el hombre libre”. Aquel discurso calmado y equilibrado de un Allende a pocas horas o quizás minutos de morir sorprende a muchos que ven en él la tranquilidad de que si muere se muere en paz con sus convicciones y sus principios. Un final romántico y eterno para un romántico que se atrevió a proponer una revolución sin armas para Chile.

¿Qué canción podría elegirse como soundtrack de la película? Si bien la música que acompaña a la película es mínima se me ocurre que podría acompañarla una canción del cantautor chileno, también víctima de la dictadura de Pinochet, Víctor Jara. Víctor Jara fue asesinado en el Estadio Nacional que hoy lleva su nombre el 16 de setiembre de 1973 a pocos días del golpe de estado como una muestra que los días oscuros, para Chile, habían comenzado.

httpv://youtu.be/uj-3mpjDC8M?list=PLjGY1Q5b_IbmLy5gaqgCNx00w6b6_g34L

Allende en su laberinto

Allende en su laberinto: la consistencia de un hombre solo

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