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El museo de la probeta de hormigón

Cuando Ernesto Oroza me contó que toda su ciudad era un museo, nunca me imaginé a lo que el artista nacido en La Habana se refería. Oroza hablaba acerca de cómo la arquitectura moderna cubana podía tener una lectura especulativa a partir de un objeto tan simple y enigmático y a la vez tan único y sistematizado en una escala global: la probeta de hormigón.

Este curioso elemento no es más que un cilindro de concreto de 12×6 pulgadas creado como una prueba de resistencia en la pre-construcción de las edificaciones. Su razón de ser es validar que la mezcla de agua y cemento, con algo de arena y grava resista lo suficiente la estructura a erigir y a ciertos efectos ambientales. Este objeto que nace con una función sólida y definida, termina “muerto en vida” entre las calles de ciudades como La Habana y quizás en otras como Brasilia, Ciudad de México o Caracas. Su destino pareciera el abandono, con el cual el habitante se tropieza de modo casuístico en plena acera, en la entrada del edificio, en la esquina de la casa. Pero en otras ocasiones pareciera integrado a edificar otras estructuras diferentes de aquellas que lo originaron con el propósito de retratar un momento, de dejar un registro de la historia arquitectónica y es porque en una de las caras circulares de estos cilindros es obligatorio grabar la fecha y el código de producción.

Oroza, conocido no solo por su resaltada trayectoria como artista conceptual, sino también por sus acertadas propuestas como lo son “Arquitectura de la necesidad”, “Desobediencia tecnológica” y “Módulo moral” entre otras, eleva una reflexión profunda sobre la reconfiguración que este elemento hace del lugar donde habita y desarrolla un proyecto de arte que ha resultado en un grupo de exhibiciones en diferentes ciudades. La primera en mostrar este cuerpo de obra es Miami.

“Museo popular concreto” se centra en el registro fotográfico de estos cilindros de concreto en pleno merodeo alrededor de los edificios, algunas veces en los límites de los jardines, otras en los perímetros de viviendas contiguas. En la muestra el artista incorpora ciertos documentos y folletos, así como maquetas a escala de un trozo de la ciudad con sus inseparables elementos, pero más interesante es la presencia de unas cuantas probetas dentro de esta exhibición que eleva a niveles trascendentales la escena local del arte.

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El interés de Oroza es mostrar la industrialización de la arquitectura que funcionó como punto de apoyo en la producción en masa del hábitat moderno. Por eso basa a “Museo popular concreto” en la declaración que “todos los cilindros de concreto son originados o diseminados en las ciudades del mundo, solos o en grupos, en una sola pieza, destruidos o como parte de otras construcciones, constituyen un índice abstracto de las fuerzas y movimientos políticos, sociales y tecnológicos que informaron a la arquitectura moderna”.

Para aquellos que amamos y hasta hacemos arte abstracto, esa información contenida allí en las líneas urbanas de esos cilindros, nos da un mapa del que se puede deducir el origen de las estructuras: desde las más relevantes y gubernamentales hasta las más vistosas y mundanas, siempre dibujando de qué está hecha la ciudad. Mientras en el imaginario del artista este es un mapa descriptivo de un gran museo sin puertas ni ventanas, sin techo, solo con paredes hechas de probetas en una fila, o en dos o simplemente acumuladas. Probetas de primera generación o de las más recientes; unas agrietadas otras intactas. Especímenes de mezcla apilados por amas de casa, esposos, o chicos, sin conocimiento en arquitectura pero construyendo ese museo, accesible para todos, popular, de concreto.

“Museo popular concreto” estará en la galería de Fredric Snitzer ubicada en 1540 NE Miami Ct hasta el 19 de noviembre de 2017.

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Muela

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