Aquí estoy otra vez, retomando el diálogo con vos después de algunos años de silencio por estos lares. Nunca te abandoné, te lo juro. Solo que mis dedos fueron un poco infieles y se fueron a otros destinos.

Pero dicen que siempre se vuelve al primer amor, será que por eso estoy escribiendote nuevamente desde Suburbano…

El jueves volví al teatro. No, no hice un curso de actuación acelerado en este tiempo. Te lo aclaro, porque eso de «volví» suena más a que subí al escenario que a volver a ver una obra.

Aunque déjame decirte que siempre creí que el arte se construye de a dos: el artista y el que observa. Una pintura no es nada hasta que alguien se detiene a mirarla y se conecta con ella. El Guernica renace cada día cuando alguien suspende por un instante su ajetreada vida, para dedicarle unos minutos a cada trazo de Picasso en el Reina Sofía de Madrid.

Te decía que volví al teatro. Lo extrañaba, sentía esa necesidad de deleitarme con la representación física de un buen texto. Será por esta distancia que interpuso internet entre los seres humanos lo que me hacía desear un contacto más cercano.

Y volví con la obra Tio Vania de Anton Chejov. Así, directo, sin vueltas.

El director y escritor cubano Nilo Cruz estuvo a cargo de esta obra desde el jueves 4 de agosto en la sala On Stage Black Box del Miami Dade Auditorium, en la 27 y Flagler.

Una noche especial para mí. Primera vez en esa sala, primera vez con Chejov en Miami, primera vez con una obra dirigida por Nilo Cruz.

Llegué temprano, quería observar un poco a la gente de estreno. Fui con mi amiga Beatriz Urguelles, nos acercamos a Cruz e intercambiamos unas palabras. Impecablemente vestido, lo noté tranquilo, pero muy atento a lo que lo rodeaba. Imagino que todos los estrenos son clave: quedarán en el recuerdo con una sonrisa de satisfacción o con una mueca de fastidio.

Ocho en punto de la noche y todos adentro. La sala está muy bien, tiene capacidad para unas 200 butacas, lo que la hace interesante. No había escenario. La obra se montó en el piso y el público se ubicó en gradas alrededor del foro en forma de U.

La puesta en escena era bien simple, pero delicada y con elegancia. Buena iluminación, una mesa, sillas, el samovar ruso de la historia de Antón…No se necesita mucho cuando los actores, el guión, la música y la dirección son buenos.

Los personajes entraron a escena con una sonrisa. Y sí, me volví a enamorar de esa emoción que sólo transmite el teatro: tener a los personajes ahí cerquita, percibir el latido de sus corazones y compartir sus sentimientos como si fueran propios.

Un gran elenco, un texto que fluyó de principio a fin sin forzamientos ni prisa, momentos alegres, situaciones de comedia y lágrimas también. «Tío Vania» habla del hastío y el deterioro de la vida a través de sus personajes, una postal rusa del 1800 que podría replicarse hoy en cualquier ciudad del mundo.

Nilo Cruz es un gran director y se le nota. Nació en Cuba, se mudó a los Estados Unidos cuando tenía 10 años. Aquí se crió y se formó como director y autor. Su vida se reparte entre Nueva York, Miami y su pasión por el teatro. Es el primer autor hispano ganador de un Premio Pulitzer en la categoría de Teatro por su obra «Ana y los trópicos».

Sentado en la primera fila, observó detenidamente el trabajo de su equipo. Imagino que en su cabeza cubierta por su característica gorra, estaría tomando nota de los puntos a corregir. Tío Vania solo estará 10 días en cartel, para cuando estés leyendo esta nota, ya habrá terminado. Nilo está trabajando en su nueva obra «Baño de luna» que estrenará en octubre en New Jersey.

Un detalle interesante, la obra se presentó en español con traducción simultánea al inglés. Una manera de conectar a los dos públicos de esta ciudad.

Cuando terminó, me puse de pie para aplaudirlos. Te soy sincera, creo que el aplauso fue para mi también. Volver al teatro es una experiencia que debía haber intentado con más frecuencia, pero me había llevado algunas decepciones. Como en el amor, no todo lo que brilla es oro. Tampoco considero que un clásico sea bueno simplemente por ser clásico, solo que una buena obra de un buen autor, bien actuada, es algo que debería ser algo más frecuente en una ciudad como Miami.

Hay mucho charlatán dando vueltas.

Sí, sí, como en el amor…

Gabriela Guimarey

 

Gabriela Guimarey

Gabriela Guimarey nació en Buenos Aires. Fue presentadora y locutora de radio en su país, hasta que se mudó a Estados Unidos en el 2001. A partir de ese momento cambió su ángulo de observación y se transformó en Productora de Contenido y guionista para Promofilm US, Plural Entertainment, Zodiak Latino, Endemol, Telemundo, Cinemat y Univisión. Pinta cuadros, piedras de río y las paredes de su casa, es Reiki Master y especialista en Té. Escribe desde siempre. Tiene 2 hijos que adora, dos gatos, un árbol de mango, otro de aguacate, toca la guitarra cuando tiene ganas, espera algún día tomar clases de piano y bajar los 5 kilos que dice que le sobran. Milán Kundera, Arturo Perez Reverte, José Saramago, Raymond Carver, Rosa Montero, Claudia Piñeiro, Marcela Serrano son algunos de los autores con más libros en su biblioteca. Colecciona vinilos de Carole King, Miles Davis, Crosby Still Nash and Young, Carpenters, Joni Mitchell, The Who y Kendrik Lamar.
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