Por: María Espinoza
Ambientadas en diversos espacios de la ciudad, las historias de Elvira Navarro están inspiradas en anécdotas reales a las que el narrador incorpora escenas ficticias, mezclando así realidad con ficción y captando los contrastes culturales de los barrios de la ciudad moderna en los que cohabitan las actividades tradicionales, las ocupaciones cotidianas y los relatos de ficción. Caracterizadas en la adolescencia —período de grandes cambios físicos y psicológicos, etapa de incógnitas y preocupaciones—, las historias manifiestan un cúmulo de emociones y sentimientos que generan identificación con los personajes. Introspecciones sobre la construcción de identidad dentro de la etapa de la adolescencia, en una acepción más amplia, la narrativa de Navarro se convierte en una reflexión sobre la identidad colectiva de toda una nación.
Biografía
Elvira Navarro (Huelva, 1978) es licenciada en Filosofía. En 2004 ganó el Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Madrid, y entre 2005 y 2008 disfrutó de una beca de creación en la Residencia de Estudiantes. En 2007 apareció su primer libro: La ciudad en invierno (Caballo de Troya), que fue acogido calurosamente por la crítica y distinguido como Nuevo Talento FNAC. En 2009 publicó La ciudad feliz (Mondadori), que obtuvo el XXV premio Jaén de Novela, el IV premio Tormenta al mejor nuevo autor, y que resultó elegido por “Culturas” del Diario Público como uno de los libros revelación del año. Elvira Navarro fue incluida en la lista de los veintidós mejores narradores en lengua española menores de 35 años de la revista Granta.
Ha colaborado con revistas como El Cultural, El Mundo, Ínsula, Letras Libres, Quimera, Turia o Calle 20, y con los diarios Público y El País. Ejerce la crítica literaria en Qué Leer y en el blog “La tormenta en un vaso”, e imparte talleres de escritura. En esta entrevista, Elvira nos habla de aspectos de su vida y obra.
ME: En tus obras, la infancia y la adolescencia se convierten en elementos fundamentales para contextualizar y entender las tramas. ¿Hay, al exponer estas etapas, la intención consciente de dar un mensaje?
EN: El mensaje es la obra entera, que no dice nada distinto de lo que el texto dice y de cómo lo dice. Puedo generar un discurso posterior; sin embargo, si se plantea el tema del mensaje como algo separado de la forma, mi reacción es esta: advertir que no escribo para armar un cascarón que el lector habrá de desbrozar hasta alcanzar un hipotético mensaje postergado.
ME: Pensando en tu infancia y adolescencia, quisiéramos saber cuál fue tu primera lectura y el impacto que produjo en tu realidad de aquel entonces.
EN: Mi primera lectura fue Micho, un libro de texto con el que mi abuela me enseñó a leer a pescozones. Luego cayó en mis manos un libro de la colección “El Barco de Vapor” llamado Patatita, que trataba sobre un niño gitano de un circo que perdía a su perro y se pasaba la noche vagando para encontrarlo. Hubiese querido tener ese valor para abandonar mi casa en plena noche y dedicarme a vagabundear en la oscuridad. Aún lo deseo.
ME: Eres licenciada en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. ¿De qué manera tu formación en el campo de la filosofía ha contribuido a la creación de tus historias?
EN: La filosofía ha influido en mi enfoque, tal vez más abierto a un tipo de narración discursiva, que prefiere o que no teme lo abstracto, es decir, el tratar directamente de ideas.
ME: En tus obras, y también en tu blog ‘Periferia’, están muy presentes las ciudades en las que has vivido, casi como fueran un personaje más. ¿Cómo vives esas realidades urbanas para que acaben por formar un vínculo tan estrecho con tu obra?
EN: El otro día alguien me hizo llegar un comentario de Juan Carlos Méndez Guédez que le recordaba a mi obra: “El escritor aspira a que su escritura construya una ciudad”. Es, por otra parte, un tópico que suscribo el decir que la escritura parte de un conflicto con lo real. Añadamos a ese cóctel el hecho de que la ciudad es nuestro hábitat por excelencia. La ciudad nos construye, y yo dialogo con esa construcción.
ME: También hay un interés especial sobre temas, lugares y personajes de las calles. Pienso, por ejemplo, en el vagabundo que acecha a Sara, la niña protagonista de una de las historias de La ciudad feliz. ¿Cómo surge este personaje y qué representa en la obra?
EN: Parto del hecho de que todos somos habitantes de las calles. El personaje del vagabundo viene de la idea de alguien que debe fabricarse unas relaciones sin manejar dinero. No tiene cómo ducharse con facilidad, ni medios para vestirse con decencia o frecuentar lugares públicos. En nuestro mundo, las relaciones con los demás pasan por el consumo. ¿Cómo, desde ese lugar, va a acercarse a una niña, es decir, a un ser sobreprotegido que aún no debe abandonar el espacio de la normalidad que posibilita el dinero?
ME: ¿Cuánta relación —cercana o lejana— hay entre el mundo de Sara y el tuyo?
EN: Sara juega en una calle y duerme en una cama, que son la calle y la cama donde yo jugaba y dormía cuando niña, pasadas por el filtro de la memoria, que siempre es una adulteración.
ME: En la novela aparece la referencia a la inmigración asiática a España, representada en la imagen del personaje Chi-Huei. ¿Cómo surge tu interés en esta problemática social?
EN: De nuevo, parto de un hecho biográfico concreto: cuando era pequeña jugaba con un niño chino cuyos padres regentaban un restaurante. Inventamos un juego al que llamábamos “espiar a los chinos”, en el que nuestro amigo también participaba. Cuando empecé a escribir la historia de Sara, surgió un personaje que supongo basado en el niño chino de mis recuerdos y que, cada vez que aparecía en la narración, tomaba la palabra. Dejé que el narrador se encarnara en él. No se trata, pues, de una historia de inmigrantes basada en un trabajo de documentación, sino de un cuento chino que tiene la apariencia de coincidir con la realidad. No pretendía reflejar ningún colectivo, sino construir un escenario que me permitiera hablar de ciertas situaciones que se dan y que yo misma he heredado en tanto que soy hija de una burguesía que viene de un pasado donde se tenía que emigrar, y que tiene una visión de las cosas que procede de la inseguridad en la conquista de su estatus.
ME: ¿Qué cambios técnicos o estructurales ha experimentado tu literatura desde sus inicios hasta la fecha? ¿Cómo se diferencia La ciudad en invierno (2006) de tu más reciente novela, La ciudad feliz (2009)?
EN: Ambos libros se escribieron prácticamente a la par, lo que explica que su estructura sea muy parecida: la de cajas chinas que tomaron la forma de cuentos y de nouvelles que permiten lecturas acumulativas propias de una novela, en tanto que beben de una misma matriz.
ME: Ahora vives en Madrid, donde se concentran varios escritores de mucho talento de una generación joven. ¿Se podría decir que formas un grupo con identidad propia?
EN: No formo parte de ninguna generación, y los escritores con los que trato son solo amigos o conocidos.
ME: ¿Supuso un avance en tu carrera ser elegida para la selección de Granta 35?
EN: Solo en términos de visibilidad. Pero salir en Granta no te convierte en una escritora mejor.
ME: Has obtenido diferentes premios y menciones, entre los que se destacan: Distinción Nuevo Talento FNAC 2007 por La ciudad en invierno; finalista del premio Huelva Joven 2008; del VII premio Dulce Chacón de Narrativa Española 2009; del XXV premio Jaén de Novela y del VII premio Tormenta al Mejor Nuevo Autor por La ciudad feliz 2009. Además, La ciudad feliz fue elegida por “Culturas”, del Diario Público, como uno de los libros revelación de 2009. ¿Qué significa un premio en tu vida personal y profesional?
EN: Un premio es un modesto reconocimiento, en la medida en que la literatura ocupa un lugar cada vez menos visible entre los discursos de la polis; en ese sentido, y aunque no nos guste porque muchos de ellos no son limpios, los premios son cada vez más necesarios para visibilizar las obras de los escritores.
ME: ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?
EN: Estoy con un proyecto nuevo, pero soy supersticiosa y no me gusta hablar de lo que todavía no he terminado.
Muchas gracias.
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