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Escritura desde los estadios

En las eliminatorias para México 86, el delantero argentino Jorge Valdano le hizo un gol a Colombia, lo que serviría para eliminarlo de la lucha por llegar al mundial. Poco tiempo después, Gabriel García Márquez, quien ya había realizado algunas crónicas deportivas a pesar de mostrar siempre su antipatía por el fútbol, le regalaría un libro con una dedicatoria muy especial: “Gracias por el gol que le marcaste a Colombia en las eliminatorias”.

Sin embargo, la literatura no siempre ha sido un espacio en el que se haya sentido desaliento por el fútbol. Esa fuerza mundialista que ha calado en cada espacio, hasta en los sentimientos más recios, esa que nos hace llorar, penar o simplemente alegrarnos por triunfos propios o ajenos. Y ahora, todavía convalecientes por la fiebre mundialista que acaba de terminar, aquí una recuento de algunos escritores que demostraron su afición, conocimiento y preocupación por el fútbol.

La lista comienza, definitivamente, con el escritor mexicano Juan Villoro quien vivió el fútbol desde pequeño y por ello llegó a jugar en las ligas inferiores del club Pumas de la Universidad Autónoma de México. Posteriormente, esa afición lo llevaría a escribir varios libros sobre este deporte, entre los principales “Dios es redondo” (2006) y “Balón dividido” (2014).

Rafael Alberti, el poeta español, le escribió en una oportunidad unos versos al arquero húngaro Franz Platko, «El gran oso rubio de Hungría». Entonces Platko era arquero del Barcelona en 1928 y, en medio de la final de la Copa del Rey, recibió un fuerte golpe en la cabeza. Sin embargo, no se amilanó y regresó con un vendaje que motivó a Alberti a escribir sobre esa muestra de heroísmo y coraje deportivo.

Mario Benedetti ha expresado siempre su devoción por el fútbol. Así lo demuestra en sus cuentos “Puntero izquierdo” (1954) (el drama del futbolista abrumado por su situación laboral e inestabilidad económica) y “El césped” (1989) (la historia de un joven que aunque no posee un nivel cultural alto, sí es capaz de descifrar su propia vida), donde el escritor uruguayo hurga más allá de la psicología de los personajes. Habría que recordar que el mismo Benedetti también le dedicaría a nada menos que a Diego Armando Maradona el poema “Hoy tu tiempo es real”.

Horacio Quiroga escribiría “Juan Polti,half-back” (1918), antes de los años veinte, una época en la que el fútbol se jugaba en terrenos sin césped, en medio de un campo desértico. En aquella época los jugadores normalmente recibían como recompensa a su actuación una cena y, en el mejor de los casos, algún pequeño pago que algún directivo le entregaba por ver ganar a su equipo de fútbol, pero esto, por cierto, era poco usual.

El uruguayo Eduardo Galeano propone una idea poco convencional, pero verosímil desde la perspectiva de los aficionados al fútbol en su libro “El fútbol a sol y sombra” (1995). Galeano nos dice que la explicación de que haya tanto ruido en las maternidades radica en que todos los uruguayos nacen gritando un gol. En general, aborda la esencia del fútbol, cuenta algunas anécdotas y repasa pasajes fundamentales en la historia del fútbol mundial de forma bastante atractiva.

Javier Marías, uno de los escritores españoles con muchas publicaciones elogiadas y premios conseguidos, también ha entrado al campo del fútbol. Con el libro que contiene una colección artículos, titulado “Salvajes y sentimentales. Letras de fútbol” (2012), Marías habla del fútbol de España y del mundo, y de todos quienes rodean ese espacio del deporte: directivos, entrenadores, jugadores y aficionados.

En época más reciente, el escritor peruano Santiago Roncagliolo, dejó por algún momento los temas políticos y sociales, y también exploró el ámbito deportivo. Este es el caso de su novela policial “La pena máxima” (2014), una historia que busca respuesta a un asesinato y este se viene a resolver al ritmo de los partidos del mundial de Argentina de 1978 como telón de fondo.

Todo este panorama literario-futbolístico es, por cierto, mucho más amplio. La relación de los escritores con el fútbol seguirá marcando historias deportivas donde la ficción entra a tallar en los estadios, en el mismo campo de juego, detrás del balón y de los gritos desaforados de hinchas que entregan el corazón. Sin embargo, a toda norma siempre hay excepciones. Así como García Márquez lo mencionara en su momento, no todos los escritores habrían sentido esa afición por este deporte. Sino bastaría con recordar las palabras de Jorge Luis Borges, miembro de un país amante del fútbol y con un dios autoproclamado y venerado por los argentinos, quien afirmaba que “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Así es la relación en entre la literatura y el fútbol. Seguramente habrá muchas historias más por escribirlas desde los estadios; por lo pronto, simplemente queda disfrutar de este espacio venerado entre nosotros y el deporte rey.

 

 

 

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