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El hombre que odiaba el tenis: memorias de Andre Agassi

Considerado uno de los mejores tenistas de la historia, Andre Agassi nació en las Vegas en 1970, hijo de padre iraní de origen armenio (Agassian) y madre estadounidense. Desde temprana edad, su padre, que había sido boxeador en su juventud y representado a Irán en las Olimpíadas de 1948 y 1952, lo puso frente a una máquina que lanzaba pelotas de tenis (el “dragón”, como él luego la llamaría) y le hizo sostener una raqueta con la que debía devolver unos tres mil golpes diarios, un millón al año. Es en ese tiempo, según las propias palabras del deportista, cuando nace su profundo odio hacia el tenis, el mismo que lo acompañaría a lo largo de una de las más descollantes carreras deportivas de los últimos tiempos.

Retirado de las canchas en setiembre de 2006, en ocasión de jugar su último US Open y tras perder ante un desconocido tenista alemán, poco tiempo después Agassi se comunicó con el escritor J.R. Moehringer y le pidió que le ayudara a escribir sus memorias. Luego de dos años de grabaciones, Moehringer terminó de dar forma a una primera trascripción narrada de Open, más tarde corregida por tres editores profesionales y que terminaría finalmente por convertirse en un libro estupendo, celebrado por el público y por la crítica. “El mejor libro que he leído en la última década”, dijo, acaso exagerando unos tantos, el italiano Alessandro Baricco. “Un libro apasionante que no he podido dejar de leer”, declaró, por su parte, el español Juan José Millás.

El volumen se abre, justamente, con un relato casi épico de la última intervención de Agassi en el tenis profesional, y lo hace poniendo atención en el partido jugado contra el chipriota Marcos Baghdatis, que ambos terminarían en penosas condiciones sanitarias, Baghdatis sufriendo intensos calambres y Agassi prácticamente inmovilizado por un insoportable dolor de espalda.

La imagen lo es todo

Para los conocedores y apasionados del tenis, Open los hará reencontrarse página a página con una serie de nombres que descollaron hace quince o veinte años atrás, pero para aquellos neófitos en tal deporte, estas memorias les propondrán una complicidad inmediata, basada en la honestidad del propio Agassi y en una poderosa narración que, de no saber a ciencia cierta que estamos frente a una persona real, nos podría hacer pensar en las peripecias de un personaje de novela.

Obstinado en la formación de su hijo, el padre de Andre lo irá introduciendo desde muy temprano en el mundo del tenis, presentándolo a todas las estrellas que cada tanto llegaban a Las Vegas, como Bjön Borg, Jimmie Connors o Ilie Nastase, con quienes además lo hacía practicar. Esa rutina le significará una distancia total de sus compañeros de escuela, al punto que recién entrado a la pubertad podrá dar cuenta de la aparición de su primer gran amigo, Perry, quien luego lo acompañará como asesor y consejero personal, del mismo modo que también lo hará uno de sus hermanos mayores, Philly.

Pero la obsesión del padre no se detendrá jamás, ni aun ante los más enfáticos reclamos del muchacho, y a los catorce años lo envía, prácticamente como pupilo, a la academia de tenis de Nick Bolletieri en Florida, lo que lo obligará poco después a abandonar los estudios formales. Agassi comenzará a competir profesionalmente a los diecisiete años, y desde entonces y por mucho tiempo Bolletieri se desempeñará como su preparador técnico. Poco después, el muchacho conocerá a Gil Reyes, un entrenador de la Universidad de Las Vegas, quien se hará cargo de su preparación física y, con los años, irá adquiriendo las formas de una figura casi paternal.

Pero la carrera de Agassi, ya para ese entonces, estará condimentada por un sinnúmero de episodios singulares, como cuando en 1989, tras una sesión fotográfica en un paraje conocido como El valle del fuego, en el estado de Nevada, protagonizó la campaña publicitaria de la firma Canon con un eslogan que recorrió el mundo entero: “La imagen lo es todo”.

Pete, Brooke y Steffi

Irascible, maledicente, inestable, el carácter de Agassi siempre marcó diferencias con sus rivales, desde su vestimenta fuera de protocolo y el uso de peluquines (desde muy joven comenzó a perder el pelo) hasta sus incontables apariciones mediáticas, sus grandes victorias y sus humillantes derrotas. Pero lo cierto es que en sus veinte años de carrera profesional llegó a ser número 1 en el ranking ATP durante 101 semanas, ganó los cuatro torneos individuales de Grand Slam (Australia, Estados Unidos, Roland Garros y Wimbledon, marca solo igualada por otros tres tenistas, Rod Laver, Roger Federer y Rafael Nadal), ganó el ATP Tour World Championships de 1990 y también recibió una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.

No obstante tantos galardones, durante todos esos años su carrera pareció desarrollarse a la sombra de otro grande del tenis estadounidense, Pete Sampras, con quien debió enfrentarse en más de treinta oportunidades, con un balance negativo para Agassi. “Todo el trabajo, la ira, las victorias, los entrenamientos, las esperanzas, el sudor, y todo me lleva a la misma sensación de decepción, de vacío. Por más que ganes, si no eres el último en ganar, eres un perdedor. Y al final siempre pierdes, porque siempre está Pete. Como siempre, Pete”, se queja amargamente promediando el libro, para aseverar páginas más adelante, en relación al carácter excluyente que tuvo el tenis en la vida de Sampras: “Por primera vez desde que lo conozco –incluidas las veces en que me ha dado palizas en las pistas- envidio a Pete por ser tan soso. Ojalá pudiera emular su espectacular falta de inspiración y su peculiar falta de necesidad de inspiración”.

Pero también su vida privada ha sido digna del seguimiento de los medios -y en Open es abordada en extenso y con evidente sinceridad-, tanto por su casamiento y su breve y tumultuoso matrimonio con la actriz Brooke Shields, como por su segunda esposa y madre de sus dos hijos, la excepcional Steffi Graf (377 semanas número 1 en el ranking de la WTP y única jugadora, entre hombres y mujeres, en haber ganado los cuatro torneos de Grand Slam dos veces en dos décadas diferentes), tanto por haber reconocido públicamente que había ingerido drogas en 1997 y haber mentido a la ATP para no ser sancionado, como también por haber creado en Las Vegas, en el marco de la fundación que lleva su nombre, la Andre Agassi College Preparatory Academy, que brinda educación a cientos de niños y adolescentes de bajos recursos.

El libro además está salpicado por decenas de anécdotas curiosas, emotivas unas, hilarantes otras. Realmente recomendable.

Open. Memorias, de Andre Agassi, Duomo Nefilebata, Barcelona/Italia, 2014, 475 páginas

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