¿Qué decir de las palabras sombreantes
y moribundas que somos ahora?
¿A dónde enviar las pisadas
y sobre todo su eco indestructible?
En las calles que vivimos,
donde ambulan las putas, las poetisas
y los poetas y todos son igual al muerto que soy yo;
al muerto que se traga como dios de la calle,
como dios de códices, papiros
y cartas de amor escritas en papel de lija
del tamaño de la calle donde vivimos
sombreantes y moribundos
como palabras de dios enmudecido.
David Campos.
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