Search
Close this search box.

Abuso en la frontera de Trump

En su campaña racista contra los inmigrantes latinoamericanos, el gobierno de Donald Trump ordenó el lunes 11 de junio negar asilo en la frontera sur a los refugiados que vienen huyendo del pandillerismo en América Central.

Trump ha decidido cerrar las puertas a los inmigrantes que se presenten ante las autoridades norteamericanas en la frontera con México en busca de asilo. Ni siquiera se escuchará a los que han escapado de la violencia delincuencial que plaga a Honduras, Guatemala y El Salvador, y ahora también a Nicaragua.

Trump y sus funcionarios han difundido la falacia de la caravana de migrantes que se acerca a los Estados Unidos, como si fuera la invasión de un ejército enemigo. No hay ninguna invasión, y la caravana (un vía crucis del migrante que se realiza todos los años en México) prácticamente se disolvió antes de llegar al río Grande. Cierto: siguen llegando inmigrantes a la frontera, pero en número mucho menor que en el pasado. Y además, no es un esfuerzo concertado, ni un plan contra los Estados Unidos: son hombres, mujeres y niños que huyen de las pandillas criminales que se han adueñado de gran parte de Centroamérica. Es un éxodo desesperado de gentes que huyen de un infierno, en cuya creación las políticas injerencistas de Washington han tenido mucho que ver.

Bajo la dirección de Jeff Sessions, secretario de Justicia (lo de justicia, en este caso, es un sarcasmo), las autoridades de inmigración, convertidas en una especie de Gestapo, han estado separando a los niños de sus padres cuando cruzan la frontera.

Sessions formuló su amenaza en mayo, cuando dijo en un discurso en San Diego, parado cerca de la valla que separa a California de México: “He implementado una política de ‘cero tolerancia’ con la entrada ilegal en nuestra frontera del Suroeste. Si usted cruza esa frontera ilegalmente, lo enjuiciaremos… Si está entrando un niño de contrabando, entonces lo enjuiciaremos a usted y ese niño será separado de usted, como lo requiere la ley”.

Los agentes de inmigración del campeón mundial de la democracia han estado arrebatando a los niños de los brazos de sus padres. ¿Adónde los han llevado? No se sabe con certeza. A centros de detención privados, improvisados en viejos almacenes. O a hogares adoptivos en distintos lugares del país.

Hay que recalcar lo de los centros de detención “privados” para que se observe que detrás de esta política criminal está el afán de lucro, el negocio siempre presente, la ganancia monetaria de unos cuantos que se benefician del dolor ajeno con la complicidad del gobierno. Siempre la ambición financiera dictando las políticas de Washington.

“Si la gente no quiere que los separen de sus hijos, que no los traigan”, dijo Sessions. ¿Qué quiere el secretario de Justicia? ¿Que se queden en sus países, a merced de las maras, que en Honduras controlan el país desde el golpe de Estado que la derecha le dio al presidente izquierdista Manuel Zelaya en 2009?

Los Estados Unidos son el único país del mundo que no ha ratificado la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Pero Ramina Shamdasani, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dijo que “los niños nunca deberían ser detenidos debido a razones vinculadas a su situación migratoria o a la de sus padres”.

La actriz Alyssa Milano, una de las campeonas del movimiento #MeToo contra el abuso sexual, expresó que la política de separar a los niños de sus padres “no solo es antinorteamericana, sino inhumana”. Millones de personas en la nación piensan lo mismo, pero el gobierno de Trump es sordo a sus reclamos y mantiene su salvaje intolerancia contra las familias inmigrantes para complacer a una base de apoyo fanática, reaccionaria, racista y despiadada. Al separar a las familias en la frontera, el gobierno norteamericano viola los derechos humanos de personas que debería considerar refugiados, ya que huyen de la violencia y la muerte en Centroamérica. Lo ilegal aquí no es la inmigración, como piensan Trump y sus lacayos. Lo ilegal es la política de separar a los niños de sus padres. Los extremistas de derecha que el presidente Trump ha puesto en el gobierno están arrastrando a esta nación a un abismo de injusticia que nada bueno puede ofrecer.

 

Relacionadas

Suburbano Ediciones Contacto

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
WhatsApp
Reddit