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Todo lo que siempre quisiste saber de Madame Bovary, pero nunca te lo contaron

La primera interrogante que debemos hacernos al abordar esta novela es si Gustave Flaubert está ligado o desligado al mundo literario de su obra Madame Bovary. Y la segunda gran cuestión es: ¿la novela representa íntegramente la historia que cuenta? Partiendo desde esta hipótesis, entraremos en el biografismo. ¿Por qué? La razón es muy sencilla: Flaubert está ligado a su creación, a Madame Bovary. Más allá de esta aproximación, vamos a ver los recursos literarios y efectos que producen a través de la lectura, así como la exacerbación de los sentidos de Emma, la protagonista, pues resulta muy evidente la carga erótica que el escritor le dio.

¿Quién es Madame Bovary? La pregunta es muy difícil porque Emma es varias personas. Ella no es la misma cuando era estudiante de colegio, ni la madre desobligada, ni la esposa que vive en la ensoñación, ni la amante encendida por otros brazos; ella es una mujer desencantada de la vida y de lo que ésta puede convertirse cuando la costumbre se abre paso en las particularidades de las personas. La Bovary es un personaje hecho a la medida de muchas otras mujeres provincianas en la época de mediados del siglo XIX, en Francia. Al parecer, Flaubert provocó que muchos lectores burgueses de aquella época se indignaran por el tratamiento de la novela en su fondo. Quizá la susceptibilidad burguesa de la época no tuvo los arrestos de enfrentar una evidencia que afectaba a la sociedad: el ocaso romántico. Esto resulta un fenómeno interesante porque la vida romántica arraigó fuertemente en la cultura, y como en ese contexto histórico en donde Flaubert se pugnaba por el realismo, o mejor dicho, era el comienzo de un movimiento cultural y literario en el que el ideal romántico no tenía cabida: el realismo pugnaba por retratar a “la realidad”. Debo apuntar aquí que el tiempo de la historia en la obra se encuentra inmerso en la década de los treinta del siglo decimonónico y avanza conforme la historia se desarrolla naturalmente.

He hablado acerca de este personaje tan desenfrenado entre la gran cantidad de lectores que ven en Emma tintes de una mujer hecha en el molde de la represión masculina y el adulterio. Ella es una provinciana educada con el prototipo del burgués de clase media que aspira al lujo y las comodidades. Estudia en un colegio y se “enamora” de Charles Bovary; se casan, van a vivir a Ruán y después él contrae deudas como consecuencia de las compras exageradas de ella; tiene una hija, comete adulterio en dos ocasiones, se enamora verdaderamente de Rudolph y antes de León; lee novelas románticas como modo de evasión, se posa en el alféizar por las tardes, la melancolía la abruma sin apariencia, se harta de su marido y las costumbres que tiene; luego, decide ingerir arsénico, agoniza y en una noche muere. ¿Cómo interpretamos esto? La vida de Emma consistía solamente en el universo de Ruán. Por lo tanto, la monotonía de las acciones causó el hartazgo de su existencia, la pérdida del sentido por los actos nobles se esfumó cuando Charles la tomó como consorte. Desde ese momento, comienza el declive de la protagonista. En este sentido, gracias al personaje se creó un vocablo que se aplica a los individuos que pierden el sentido a la existencia: bovarismo.

Como ejemplo, cito a Jacques Suffel, porque describe con suma precisión a Emma: “Madame Bovary se aburre, se muere de tristeza, sueña en grandes espacios, soles desconocidos, amores novelescos dignos de Scherezada; la mediocridad burguesa le produce horror: todos esos sentimientos los encontraba Flaubert en su alma.” [1]Esto último que plantea Suflé acerca de los sentimientos de Emma, que estaban en Flaubert, resulta interesante. Digo lo anterior porque en una ocasión el escritor pronunció “Madame Bovary soy yo”, aunque antes decía que su obra era totalmente impersonal. Por tal motivo, al principio de este ensayo planteé que la obra en cuestión la trataría en torno al biografismo. Siguiendo el caso, Flaubert en Madame Bovary,manifiesta esbozos de su vida, bien enunciados de otra manera, bien cambiando el nombre de los personajes. En este aspecto, Suffel tiene un comentario que puede aportar con mucho nuestras interpretaciones; así pues, dice: “El ojo de Flaubert sabía penetrar a los individuos hasta sus más secretos repliegues. Pero puede creerse, (…), que deseaba crear tipos y no copiar simplemente personajes tomados de la vida”[2]. Aclaradas las dudas en torno a los personajes el escritor francés depuró su técnica de escritura no copiando a seres reales, sino retomándolos para recrearlos en la obra ya depurados, pulidos.

Además, estos mismos personajes tienen una función dentro de la novela. Algunos fungen como comparsa, otros como secundarios pero obligatorios para el desenvolvimiento de las acciones. Por ejemplo, el boticario Homais es uno de ellos, la madre posesiva de Charles, León, etcétera. No obstante, Emma Bovary es el personaje central porque cautiva al lector con sus inconsistencias existenciales, su apasionamiento por las lecturas románticas. Estaba enamorada de un ideal, tal y como lo leía en las grandes novelas románticas de la primera parte del siglo XIX; pero su desencanto comienza al casarse y lo que vive en el matrimonio. Se da cuenta que el amor no es desenfreno, en su caso, porque el marido es un hombre tranquilo, que desea la paz en comunión con la calidez de un hogar aburguesado.

Por otra parte, debemos señalar cómo Flaubert decide escribir esta obra fundamental para Occidente, pues creó un arquetipo de mujer sobre la base de prototipos de mujeres parecidas. En ella existen rasgos que se evidencian en otras mujeres plasmadas en la literatura y en la vida misma. Ahora bien, Suffel tiene otro comentario para enriquecer. Cito:

El 23 de julio de 1851, Máxime Du Camp interroga a su compañero (Flaubert)[3]: “¿Qué haces? ¿Qué decides? ¿En qué trabajas? ¿Qué escribes? ¿Has tomado una decisión? ¿Sigues pensando en Don Juan? ¿O en esa muy bella historia de Mme. De la Marre? ¿Cómo te sientes?…[4]

En septiembre de ese mismo año, Flaubert decide escribir la historia de Madame Bovary que, según Suffel, es la representación literaria de Eugéne Delamare y de Alice-Delphine Couturier, dos personas muy parecidas a Charles Bovary y Emma Rouault. Tal vez fue amante del escritor, y eso desencadenó la ruptura, la creación de la obra, así como las características de su atribulada personalidad le agradaron para sumarlas al ideal de mujer que Flaubert tenía. En este sentido, Louise Colet fue una gran amante suya y estaba muy ligada a las actividades literarias de Flaubert. No obstante, se dice que era una leyenda que se contaba en la provincia francesa. El escritor francés lo que hizo fue recopilar los datos de esta historia para trasladarla al hecho literario, es decir, a otra atmósfera de la realidad. Los ingredientes fueron estrictamente suyos, desde los efectos estéticos que en Emma se observan con la transformación de su ser hacia el desencanto existencial, hasta los pasajes eróticos como el de la carreta con su primer amante, León, o cuando ingiere arsénico y agoniza terriblemente. Esta novela está compuesta en varios años. Flaubert se preocupó por arreglar la obra a cada momento, leía ciertos pasajes y los releía para observar detalles que no le gustaban, o bien, que le agradaban. Hizo un trabajo conciso, meticuloso; caracterizó muy bien a sus personajes, puso tensión en el clímax de la historia, ahondó en las costumbres de los habitantes de Yonville y Ruán, y de la misma Bovary. Sus desvelos, ensoñaciones, lecturas, ideales amorosos, así como la manera en la cual escogió su muerte, manifiestan el deseo que Flaubert tenía de enterrar a las historias románticas, pues Emma Bovary pertenece a la transición entre los románticos y los realistas. Así, pues, Madame Bovary es una obra para reflexionar acerca del desencanto de la vida que en algún momento acude y se asuma al alféizar que cada uno tiene en su existencia. Para razonarla o solamente entenderla, sería más conveniente hacer una lectura en donde no haya juicio tan analítico hacia la protagonista, ni mucho menos la condena.

Bibliografía

 

Flaubert, Gustave. Madame Bovary, Ed. Bruguera, Barcelona, 1973, pp. 447.

Suffel, Jacques. Gustave Flaubert, Ed. FCE, México, 1972, pp. 180.

[1]Sufell, Jacques. Gustave Flaubert, PP.  51, 52-

[2]ídem, 57.

[3]El paréntesis es mío.

[4]Ídem, 46.

 

 

Foto: Isabelle Huppert en Madame Bovary de Claude Chabrol (1991)

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