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La (re)invención de Cuba

El 17 de diciembre de 2014, el presidente de los Estados Unidos Barack Obama declaró el comienzo de una nueva era para las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Después de cinco décadas se empezó un diálogo entre los dos países que, como consecuencia ha llevado a la apertura, este pasado Julio, de la embajada de los Estados Unidos en la Habana y ha quitado la isla de la lista de los países terroristas. En menos de un año los eventos han cambiado y moldeado nuevas perspectivas con las que muchos soñaban y a las que otros se siguen oponiendo.

Las preguntas acerca del futuro de las relaciones entre los dos países incluyen interrogantes sobre las leyes que regulan el Embargo en contra de Cuba –aún hoy vigente—y sobre de qué manera estas nuevas políticas cambiarán el estatus de refugiados políticos a los que emigran a Estados Unidos. Por lo tanto: se les garantiza con cierta facilidad toda la documentación para legalizar su estatus en el país –algo que para otros inmigrantes a veces toma años y otras veces nunca llega–. Otras preguntas tienen que ver con la preocupación de algunos de fortalecer el régimen castrista a la hora de aliviar las relaciones entre los dos países.

Los cubanos de aquí y de allá no son los únicos interesados en estos eventos. El interés hacia la isla ha poblado el 2015 de artículos escritos por periodistas, fotógrafos, economistas, ensayistas, etc. que se han dedicado, desde diciembre 2014, a volar hacia allá en aras de “documentar” la “verdadera” Cuba “antes del cambio”. Los artículos publicados cubren varios aspectos y pueden ir de un análisis minucioso del barrio donde el escritor cubano americano de turno ha regresado para “documentar” cómo se ha quedado todo igual desde que la familia ha emigrado a principio de los años 60, a artículos de jóvenes reporteros norteamericanos que han sido enviados para “documentar” en una semana cada detalle antes de que se abra la economía y Cuba se vuelva en un lugar como cualquier otro, hasta llegar a reporteros que colectan fotografías para “documentar” un año en la isla y sus –probablemente últimos respiros—socialistas.

Además hay que añadir los programas de televisión estadounidenses como el docu-show de Discovery Channel sobre la “cultura de los viejos coches Chevrolet” en la isla y que se anuncia como “el primer show norteamericano totalmente producido y filmado en Cuba”. También varias han sido las fotos de los V.I.P. en la isla, como el caso, entre otros personajes famosos, de Naomi Campbell y Paris Hilton, que pasan las noches en compañía de los Castro.

Lo que todos estos artículos y reportajes tienen en común es una atención casi obsesiva hacia los detalles materiales de la rutina local diaria. Hay una especulación visual y textual que busca complacer al voyeur que por primera vez en mucho tiempo puede observar desde cerca “lo prohibido” con cierto interés casi antropológico. Títulos como “We sent 3 reporters to Cuba for a week, and it was a wild adventure from the moment they arrived” del Business Insider publicado en Junio 2015, evidencia el carácter “salvaje” de esta experiencia y desarrolla un artículo que foto por foto “documenta” cada día pasado en la Habana así como nos lo cuentan tres jóvenes norteamericanos. Los aspectos que se resaltan se prueban de manera casi científica a través de las fotografías y corresponden a una curiosidad fetichista de los problemas que hay en la isla desde la falta de Internet a la escasez de alimentos.

Lo mismo pasa con el artículo publicado por el New York Times en Junio de 2015, por Mariane Pearl. “Revisiting The Cuba of my Youth” muestra en la portada una foto de un Chevrolet lleno de turistas que anda por el Malecón. El subtítulo define el viaje de la autora “ancestral” y el texto comienza con una descripción atenta de cada detalle arquitectónico de la ruina en donde vive la prima Julia, describe la escena de unos hombres jugando dominó especificando que hay un fondo de música salsa, y deja eal lector con una sensación casi visual de “[…] a skinny man with green eyes and skin the color of dark chocolate sucking on an avocado seed […]”. La imagen del hombre flaco y de ojos verdes, piel color chocolate negro que está chupando un hueso de aguacate ofrece una fantasía romántica del “auténtico cubano”.  Luego sigue con un análisis íntimo para dar a conocer la situación histórica y económica. A la vez se refiere a la cultura cubana como vital y sensual que constituye: “the identity of the people of this island nation”, y cierra hablando de unos jóvenes que toman ron y tocan congas en la calle sin un motivo particular, añadiendo que eso es simplemente parte de: “Living life as it comes [which] is just what Cubans do” para completar su análisis del más verídico carácter cubano.

La serie producida por Discovery Channel reconstruye las dificultades diarias de unos mecánicos cubanos con sus decadentes Chevrolets de los años cincuenta, y titula cada episodio con una frase que promete la autenticidad del “drama” local y que va desde “The Only Option” y “All From Scratch”, a “Vamos a Varadero” y “Fresh Coat of Paint”. Cada episodio se centra en la falta de material, de dinero, de instrumentos de trabajo, y pone atención en la necesidad de sus protagonistas de llevar el carro a la calle para poder trabajar transportando turistas en sus coches.

Todo este material producido en inglés para un público norteamericano aspira a ofrecer un cuadro detallado de lo “que es” Cuba ahora y “antes de que cambie”. El cambio del que tanto se habla, en realidad, y a casi un año del anuncio del presidente Obama, no ha tenido un impacto evidente en la vida diaria de los cubanos. Aunque lo que parece interesar a este proceso de documentación casi obsesiva es captar la manera en la que el pueblo cubano ha sobrevivido a cincuenta y seis años de revolución, al Embargo, y a la vida sin el Facebook y el Twitter.

La serie sobre los coches de Cuba, filmada en Cuba, y que mueve dinero de producción, circula cámaras, y paga a un grupo de gente para la realización de un programa televisivo de alta calidad digital, se enfoca en la pobreza del material usado para que estos coches funcionen. Lo mismo pasa en el caso de los reporteros que se van de viaje por una semana o por un año que circulan y se mueven en la economía del turista en CUC (dólar cubano para el uso turístico) mientras observan los desafíos del día a día en pesos cubanos (la otra moneda nacional destinada al uso de la población) desde sus sofisticadas cámaras. El dinero circula y se queda detrás de esas cámaras norteamericanas y del lado del observador/outsider, como si hubiese una pantalla que siguiera marcando una separación invisible entre los dos mundos que –a pesar de los cambios políticos—siguen sin tocarse.

Sin embargo, detrás del lente hay un ojo antropófago y fetichista que pre confecciona verdades y (re)inventa la isla. La (re)invención de Cuba es otro bloqueo, mediático y visual y a la vez (in)visible, que posiblemente va a afectar la isla tanto como el bloqueo político de estos últimos cincuenta años. La Cuba (re)inventada es un país que necesita quedarse como es, con las mismas faltas y las mismas ruinas para que pueda seguir siendo el objeto de interés del voyeur curioso de experimentar la vida “auténtica” de la isla. La Cuba (re)inventada es un producto de consumo mediático donde la mayor preocupación parece ser el miedo de encontrarse antes o después con cualquier cadena de fast food norteamericana en la Habana, mientras la (re)invención de Cuba documenta “la verdad” socialista e (in)visibiliza la población y sus luchas diarias.

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