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Academizar la lengua quechua e independizarla del español

Entrevista a Luis Alberto Medina

Luis Alberto Medina (Ayacucho, 1981) es docente nativo de quechua, nacido en la Comunidad quechua de Pararani (Distrito de Pullo, Provincia de Parinacochas, Ayacucho), certificado por el Ministerio de Educación como docente bilingüe, además es traductor e intérprete certificado por el Ministerio de Cultura. Con él conversamos para hablar sobre la situación del idioma quechua y su reivindicación, un tema que resulta bastante sensible en la sociedad de hoy.

Luis, no solo te desempeñas como docente universitario de lengua castellana, sino que eres traductor y profesor certificado de quechua. ¿Cómo nace el interés por asumir el quechua, sobre todo, en un país que ha relegado por mucho tiempo ese idioma?

Existe más de un motivo que explica mi interés por la enseñanza y reivindicación de la lengua quechua. Uno de ellos, y quizá el más importante, es precisamente eso que señalas: el país ha invisibilizado y relegado las lenguas originarias por mucho tiempo, pero resulta un tanto abstracto hablar de este modo. En realidad, se invisibiliza a toda una multiplicidad y diversidad de naciones, vulnerando sus derechos lingüísticos y culturales, así como el acceso a la educación, a la cultura, al conocimiento, al mercado laboral y económico en su propia lengua. Entonces, enseñar quechua, escribir y publicar en quechua o hacer uso de ella en el ámbito familiar, en los espacios públicos, en los espacios académicos o en las redes sociales es una forma de reivindicar este idioma y visibilizarlo.

A partir de ese precedente poco grato para el quechua, ¿cómo hacer para reivindicarlo desde las escuelas?

Sería un absurdo pretender que el quechua o cualquier otro idioma originario del país se enseñe en todas las escuelas públicas o privadas del país; sin embargo, creo que es muy necesario e importante que en las escuelas se concientice a los niños y adolescentes sobre nuestra diversidad cultural y lingüística, sobre los derechos lingüísticos y culturales, especialmente en las regiones o comunidades en las que predominan estas lenguas. Es vital hablar con ellos sobre la lengua originaria y su rango de idioma, además de sus implicaciones o reflexionar sobre el inminente peligro de extinción que amenaza a la mayoría de ellas y las posibles consecuencias. Por otro lado, es una necesidad y una obligación que el Estado garantice que los niños que son parte de comunidades originarias se eduquen, se alfabeticen en su lengua originaria –sin descuidar el español o el inglés– claro está. Solo así se garantiza la vigencia y vigorosidad de una lengua, caso contrario estará condenada irremediablemente a la extinción. En el caso de las regiones en las que la lengua originaria no sea la predominante, como Lima, por ejemplo, las escuelas podrían incluir la enseñanza de alguna lengua originaria mediante talleres o como parte de su propuesta curricular para que los estudiantes que así lo deseen se interesen y aprendan alguna lengua originaria. De hecho, ya existen algunos centros educativos privados que ven con simpatía este tipo de iniciativas y ya la van ejecutando exitosamente.

En tu labor como docente, ¿qué estrategias utilizas para enseñar una lengua tan compleja como el quechua?

Soy docente de quechua en Idiomas Católica, principalmente, que ha incluido al quechua como parte de su oferta académica de enseñanza de idiomas, desde el año 2017. Entonces, voy a hablar en función a las estrategias que utilizamos. Aquí trabajamos según los lineamientos del Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas (MCER). Es decir, enseñamos el idioma quechua como se enseña el inglés, el ruso, el francés o el alemán en cualquier parte del mundo. Utilizamos para ello una metodología activa, donde el estudiante es el principal protagonista de su proceso de aprendizaje. Así logramos que nuestros estudiantes empiecen a hablar el idioma desde el primer día. Creo, sinceramente, que esto nos diferencia de otras ofertas de enseñanza del quechua, más bien centrados en la gramática y la sintaxis de la lengua, más que en el enfoque comunicativo. Naturalmente, nuestras clases incluyen el componente cultural, al tratarse de una lengua que proviene de una cultura totalmente diferente a la occidental; así pues, tomamos en cuenta los referentes culturales del mundo andino que son inherentes al idioma quechua.

La sociedad peruana hasta hoy mantiene aún una evidente discriminación lingüística. ¿Qué hacer ante ello?

No solo una discriminación lingüística, sino también cultural y racial; sin embargo, estamos viviendo nuevos tiempos. Si bien es cierto, por mucho tiempo, muchas generaciones que han migrado a las grandes ciudades se han invisibilizado lingüísticamente; en la actualidad, hay un interés cada vez mayor de personas que se desean en aprender o recuperar su lengua originaria. Ahora, volviendo a tu pregunta: lo primero que debe hacer una persona hablante o descendiente de pueblos originarios, es la toma de conciencia. El autoreconocimiento. Esta pregunta es vieja, pero es el punto de partida: ¿quién soy?, ¿quiénes somos los peruanos? Saberla responder, nos permitirá reconocernos como parte de una comunidad, de una sociedad determinada y de una cultura determinada. De ese modo, podremos mejorar nuestras relaciones interculturales y podremos entender mejor el tipo de sociedad y el tipo de país del que formamos parte. Lo segundo, y no menos importante, es hacer el ejercicio de los derechos lingüístico. La mayoría de personas desconoce la existencia de estos derechos que son constitucionales. Los derechos lingüísticos garantizan a toda persona hablante de una lengua originaria a hacer uso de su lengua en todos los espacios públicos y privados dentro del país. Es decir, una persona que tiene por lengua materna el quechua –aún si supiera español– tiene el derecho de hablar su lengua y de ser atendido en su lengua en el lugar donde esté, por un lado; y, por el otro lado, el Estado tiene la obligación constitucional de garantizar que este derecho se cumpla.

Mucha gente se preguntará, ¿por qué estudiar quechua en pleno siglo XXI?, ¿qué les respondes?

En la actualidad, saber un idioma originario debe ser entendido como un privilegio, para quienes formamos parte de los pueblos originarios, porque somos herederos y portadores de una lengua y de una cultura milenarias. Esto debe ser suficiente motivo de orgullo y reivindicación.  En cambio, para los profesionales y –especialmente– para los servidores públicos debe ser entendida como parte de su profesionalización. Es, además, una forma de saldar una deuda histórica. La sociedad en general –y el Estado de manera particular– tiene esta deuda histórica que saldar: debe garantizar que los ciudadanos que formen parte de las comunidades originarias dejen de ser invisibles.

¿Podemos decir que hay avances en materia de derechos lingüísticos con miras al Bicentenario?

Hay pocos, pero significativos avances. Por ejemplo, el Ministerio de Cultura está trabajando arduamente en materia de normalización de las lenguas indígenas, especialmente de aquellas que están en riesgo de desaparecer. Así mismo, viene realizando cursos de traductores e intérpretes en lenguas originarias. En estos momentos, está en plena ejecución el XIV Curso, con la finalidad de capacitar a los hablantes de lenguas originarias en materia de traducción e interpretación. Tengo entendido que el Ministerio tiene la meta de llegar al bicentenario con un mínimo de 500 traductores e intérpretes debidamente capacitados y registrados en el Registro Nacional de Traductores e Intérpretes de Lenguas Indígenas u Originarias.

Otro avance importante es la inclusión de las obras literarias escritas en lenguas originarias como parte del Premio Nacional de Literatura. Desde que se creó este premio en 1942, en el gobierno de Manuel Prado Ugarteche, en el año 2018 –por primera vez en nuestra historia–  se otorgó el Premio Nacional de Literatura a Pablo Landeo Muñoz por su novela Aqupampa, escrita íntegra y exclusivamente en quechua. Finalmente, el Estado está certificando a los servidores públicos bilingües, precisamente para garantizar el ejercicio de los derechos lingüísticos en las instituciones públicas.

Desde tu experiencia, ¿cuáles son los retos o temas pendientes con respecto a la revitalización de las lenguas originarias?

El siguiente paso es academizar las lenguas originarias, por lo menos las que gozan aún de vigor. Hasta ahora, todavía, las lenguas originarias han sido relegadas al ámbito rural: la agricultura, la música folclórica y la tradición oral. Bolivia en estos momentos cuenta con tres universidades indígenas, donde se forman profesionales en su lengua originaria. El gobierno mexicano hace poco ha manifestado su compromiso de crear universidades indígenas. Aquí existe un proyecto para crear un instituto de lenguas indígenas, aún no sabemos hacia dónde apunta, pero sospecho que no será suficiente.

Entonces, academizar una lengua originaria implica producir textos académicos y científicos en lenguas originarias. Generar espacios para la reflexión y el debate académico en las universidades públicas y privadas. Ya es momento de que las lenguas originarias estén presentes en estos espacios, compitiendo de igual a igual con el español, porque ambos tienen el mismo rango: son idiomas o lenguas oficiales. El otro reto, que se desprende del primero, es independizar las lenguas originarias del español. Será una forma de descolonizar nuestras lenguas y nuestras culturas.  Gran reto para los profesionales de todas las áreas que ya están en ejercicios y para los futuros profesionales. Bourdieu, y también Paulo Freire, afirman que el conflicto es un ente generador de cambios sociales. Ya es tiempo de poner en cuestión el orden establecido.

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