A la misma hora en la que el Presidente de los Estados Unidos ordenó bombardear Afganistán con el fin de destruir túneles y cuevas presuntamente controlados por ISIS…
Quizás,
el mismo día en el que sin saberlo, Estados Unidos dio el primer paso hacia la delgada línea entre la guerra y la paz…
yo me refugiaba en la sala grande del Tower Theatre con una bolsa mediana de pop corn y una Perrier pequeña, para ver Truman.
Truman es una co-producción argentino española.
Una de las tantas en donde españoles y argentinos se juntan y hacen buen cine.
Quizás porque tenemos mucho en común.
Somos gruñones, sabelotodo, pasionales, creativos, resolvemos situaciones a las patadas pero lo hacemos, amamos el fútbol, la familia, la noche, comer rico, el buen vino y los abrazos fuertes.
Y por supuesto, nos gusta el arte.
Había poca gente en el cine esa noche.
Quizás la semana de Spring Break, sumada al fin de semana de Pascuas, hizo que los locales salieran de Miami.
Mi hermana estaba de visita desde el aún frío y gringo Connecticut, asi que el plan de ver una peli en español, era un «planazo», por utilizar una expresión bien española.
El Tower Theatre está ubicado en Calle 8, afortunadamente aún conserva el estilo arquitectónico art decó de la época dorada de Miami y una muy buena selección de películas extranjeras.
Ubicado en pleno corazón de Little Havana, fundado en diciembre de 1926, el Tower fue el lugar favorito de los cubanos que llegaron a Miami en los ´60, escapando de Castro. Allí aprendieron sobre la cultura americana. El Tower aún continúa con la vieja tradición de subtitular sus películas al español.
Truman es una película del 2015, protagonizada por Ricardo Darín, Javier Cámara y Dolores Fonzi. Rodada entre Canadá y Madrid.
Siempre me produce alegría ver una película de Darín.
Es como reencontrarse con un primo al cual uno no ve muy seguido, pero sabe que nos va a entretener la velada con sus chistes, su sonrisa franca y sus ojitos azules.
Un buen tipo en lo personal y un buen actor que ha sabido escoger buenos papeles.
A Javier Cámara lo recuerdo por «Talk to her» de Almodóvar.
Es de esos buenos actores con un rostro singularmente común, de los que uno puede encontrarse en cualquier esquina de Madrid.
Quizás ese «ser común» hace que nos quede registrado en la retina.
No les voy a contar la película, como se imaginarán. No me gusta arruinar finales, ni comienzos, ni empezar con el típico «bueno, no te voy a contar el detalle, pero ellos son amigos y bueno, uno viaja para ver al otro, pero no te puedo decir por qué, porque sino te arruino la película, es genial, Darín cuando le dice…ah, no no te puedo contar eso porque ya te digo todo. Además es cómo lo dice él…bla bla bla»
O sea, para eso te digo que vayas a verla y punto.
Es casi una orden.
Quizás lo que te puedo decir, mientras «The Mother of all Bombs» explota en territorio afgano y nos pone en un lugar políticamente incierto, es que Truman es una lección de buen cine.
Que un buen guión es eso, sutilezas, miradas, gestos, humildad, un buen diálgo que cuente una buena historia.
No se necesita drama, música estruendosa ni efectos especiales.
Bravo por Cesc Gay, el director y guionista catalán que puso puntos, acentos y sentimientos en esta historia de vida.
Con mi hermana casi nos habíamos terminado la bolsa de pop corn. Nos reímos, nos emocionamos, pero siempre nos mantuvimos en balance. Es una historia muy simple que logra profundizar con humildad honesta la amistad, la distancia, los amigos, los hermanos, la muerte y los hijos. El amor en todos sus sentidos.
Desde el comienzo de la película, me convertí en una «fly on the wall».
Así estuve los 108 minutos que duró la peli.
Pegada a una pared, observé las lágrimas que brotaban de los ojos de un Javier Cámara casi inexpresivo, pero con un contenido emocional profundo. En los hombros de Darín cuando abrazó a su hijo, sin emitir una palabra, pero diciéndolo todo. En el borde de la copa de vino de Dolores Fonzi, mientras transmitía con sus ojos verdes, rabia y frustración. Sobre la nariz de Truman, mientras daba resoplidos de tristeza y con un movimiento de cola con una carga de despedida que de alegría de recibimiento.
Mientras twitts sobre bombas, los pactos, las amenazas y la posibilidad de que alguien se vuelva loco y apriete el famoso botón se acumulan en las redes sociales, salgo del cine de Calle 8 con el convencimiento de que quizás la vida simplemente es una copa de vino compartida, un abrazo intenso y el amor en todas sus manifestaciones.
Tower Theatre
1508 SW 8th Street, Miami FL 33135