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Simplificar: Entregarse de todo corazón

Simplificar. Es un tema recurrente en mis intentos por articular y practicar una filosofía vital. Y ha sido Henry David Thoreau quien más me ha exhortado a ensayar la simplicidad. «Simplifica: deja que tus asuntos sean uno o dos, no cien, ni mil,» aconseja el filósofo trascendentalista en Walden.

Ahora quiero renovar ese voto, simplificar, pero con una nueva arista, según la presenta el poeta y maestro Mark Nepo en The Book of Awakening, traducido al español como Un libro para renacer cada día.

En una de sus reflexiones en el inglés original, Nepo escribe: “Whenever I cannot bring my entire being, I am not there … Do one thing at a time and do it entirely, and it will lead you to the next moment of love.”

Según la excelente traducción, el poeta recomienda: “Cuando no entrego todo mi ser, no estoy presente (…) Haz una cosa a la vez y hazla de lleno y ésta te llevará al siguiente momento de amor”.

Yo diría, incluso: «Haz una cosa de todo corazón y te llevará al Amor». La primera vez que leí el consejo de Nepo, pensé específicamente en una relación amorosa (Eros): Si no te entregás de todo corazón, si entregás solo una parte tuya, o si la otra persona solo quiere una parte de vos, una amistad por ejemplo, no estarás enteramente presente en esa relación. Te sentirás truncado y ausente.

Pero en realidad, la importancia de simplificar para entregarse de lleno abarca todas esferas de la vida. Sea en el romance, en la amistad, en el quehacer creativo o en el trabajo, es mejor simplificar, abocarse solo lo más importante, para poder entregarse de todo corazón.

El resultado será nuestra siguiente experiencia de Amor con la persona amada, con la amiga, en la creación, en la labor profesional, en el quehacer cotidiano, en la Vida.

Esta mañana de enero lo confirmo mientras observo al colibrí amazilia canela (Amazilia rutila) desayunar néctar de flores en el vergel de nuestra parcela familiar en Tárcoles. Se acerca a chupar, con su piquito color de lava incandescente, todas las florecillas púrpura de la planta Stachytarpheta, llamada “rabo de zorro” porque los extremos floridos de sus tallos se retuercen como cola de zarigüeya. El colibrí canelo besa las flores una a una, con pasión e inmersión total, para extraer su néctar. Mientras lo hace, el plumaje cobrizo de su garganta, vientre y cola adquiere un brillo metálico bajo la luz del sol tropical que contrasta con el brillo tornasolado del plumaje verduzco de su testa y dorso. Su amor de todo corazón por esas florecillas se manifiesta como un momento de belleza natural, simple y perfecta.Observo y medito. Entregarme a lo más importante de todo corazón: Es mi voto de simplicidad para el Año Nuevo.

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