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El lirismo que duele como un cuchillo en el pecho

Hay una canción de Chico Buarque (el maestro en traducir el alma femenina mejor que una mujer) que es considerada por los estudiosos como la composición más cruel en toda la historia de la música popular brasileña, hasta el punto de que algunas intérpretes evitan cantarla en variadas ocasiones.

«Uma Canção Desnaturada», —parte de la obra maestra «Ópera do Malandro» (1979)—, es narrada en primera persona por la dueña del burdel directamente a su hija, como una ordalía de remordimiento por haber dado a luz a un ser tan exigente, tan familiar y, por esa misma razón, tan desagradable que le robó sus mejores años, su mejor cuerpo, su juventud … ¿y a cambio de qué? Poquísimo.

Aunque sea consciente de la crudeza y crueldad explícitas en esa carta, yo, como hombre, siempre me entregué solo a su lirismo y a ningún otro sentimiento.

 

Hace tiempo yo quería sumergirme en el universo introspectivo de Domenico Starnone, pero carecía de coraje y stamina. Todavía sigo sin stamina, pero finalmente rompí el miedo latente.

Personas de muy buena cepa literaria ya me habían advertido que no pospusiera esta inmersión a riesgo de sufrir daños irreparables: cuanto más viejo es el lector, más violento es el golpe, que puede llegar al borde de lo insoportable.

En lugar de «Ties» (Lacci), su libro más famoso, decidí comenzar con «Tricks» (Scherzetto), el más reciente, que cuenta la historia de un anciano que está tejiendo la misma ordalía de remordimientos que la prostituta de Chico; luchando con su propia existencia, opciones, frutos y subfrutos, hasta llegar al nieto de 4 años lleno de vida e ingenio suficiente para hacerlo insoportable a los ojos de su abuelo.

Y este abuelo lo odia, lo desprecia, lo hiere, lo somete, lo teme en una narración delicada y tierna para calentar el corazón.

Nunca se ha escrito una relación familiar intergeneracional con tanta honestidad, ya sea proyectando todo lo que se perdió en el camino; ya sea porque uno es la prueba física de todas las decisiones equivocadas del otro; ya sea simplemente coexistiendo y respirando.

El italiano Starnone, además de abrir las pútridas heridas del amor indiscutible, también es bastante explícito sobre el desdén por su lugar de origen, reduciendo a Nápoles a un callejón lleno de fantasmas, que apesta y otras desgracias que yo, ingenuo, creía que eran exclusivas de São Paulo.

En resumen: aunque soy consciente de la belleza y el lirismo de la narrativa de Starnone, yo, como hombre, solo me entregué a la crueldad, crueldad e identificación insoportable de aquellos que envejecen bajo los mismisimos parámetros descritos.

«Tricks» es tán incómodo como darse cuenta que la vida no es extraordinaria y mucho menos única y que, tal vez… solo tal vez… no vale la pena pagar para ver.

Por lo tanto, conviene no postergar nada que deba hacerse. Se dice por ahí que Starnone es marido de Elena Ferrante, aquella que nadie sabe si existe o no. Sintomático.

 

 

 

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