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Un viaje al desastre en el norte de Chile

Crónica de un aluvión


El miércoles 25 de marzo del año 2015, la Región de Atacama en el norte de Chile, sufrió un aluvión que arrasó con todo lo que encontró en su camino: casas, carreteras y pueblos, modificando la vida «apacible» que vivían cientos de personas en esta zona. Como suele pasar en Chile cuando hay una catástrofe de este tipo, como el recordado terremoto de 2010, el derrumbe de la mina San José y los famosos 33 o los recientes incendios, la prensa nacional e internacional pone sus ojos en estas localidades y con intenciones buenas y no tan buenas, presenta notas e informaciones sobre los protagonistas de estos hechos, siempre con la premura de la televisión y con nulos criterios para dar atención a rumores de redes sociales.

En ese escenario en que se hablaba de cosas que costaba imaginar para quienes estábamos a la distancia, el periodista Jonás Romero viajó desde Santiago hacia el norte para ver lo que pasaba en terreno. Dos años después nace el libro «Crónica de un aluvión», que en un primer acercamiento podría ser considerado como un viaje hacia el fondo del desastre (que son todos los desastres), exponiendo lo más profundo de la chilenidad: esa resistencia ante lo adverso que alguna vez comentó el cineasta Cristián Sánchez («El zapato chino», «El otro round»), a propósito de los personajes de sus películas.

Jonás Romero se enfrenta a la labor del reporteo, esa que cada vez se hace menos interesante para los periodistas jóvenes, y se encuentra con historias de personajes que se mueven entre la fragilidad y la dignidad. Si ambos conceptos se presentan naturalmente al lector, es porque en el reporteo de Romero la «empatía» es su principal valor como periodista, y también es el gran valor de este libro. Es eso que el padre de todos los periodistas del mundo, el polaco Kapucinski, afirmaba era la clave para ponerse en el lugar del otro. Sólo así se puede entender que una de las entrevistadas le pida a Romero: «por favor, pon ahí que la Jennifer era una persona muy alegre. Que a pesar de todo el castigo que le dio la vida, fue una mujer feliz».

Jennifer Novoa, de 32 años, fue una de las víctimas fatales del aluvión. Arrastrada por el río y desaparecida varios días, provoca a través del pedido de su tía Claudia al autor, quizás el momento más emotivo de esta fragilidad que asoma por todas partes en las historias de este libro, que estratégicamente está capitulado antes, durante y después del desastre; con un segmento especial dedicado al «quedarse» en la zona afectada.

En este capítulo, Romero cita una frase que da vueltas por la ciudad: «para quedarse a vivir en Chañaral, hay que ser valiente, romántico o hueón». Así debe ser, ya que este libro —de forma colateral— también nos está enrostrando el nulo interés que despierta en el estado chileno (con minúscula), los problemas ambientales que ocasionan enfermedades respiratorias y los altos índices de cáncer en esta región, como consecuencia de la explotación minera. De hecho, Elsa Collao, otra de las voces de esta crónica, es una víctima del cáncer. De la misma forma que lo fue su padre. Pese a esto, Collao dice no tener intenciones de irse de Chañaral, ya que es aquí donde está su familia y su casa. No es casualidad por cierto, que en esta parte de la historia haya una corrosiva mención a una maniobra política del ex presidente Ricardo Lagos en la zona.

Este reporteo riguroso realizado por Jonás Romero en su debut literario, cobra más importancia aún en estos tiempos en que el periodismo sucumbe día tras día, a la irresponsabilidad que hay tras eso de que todo ciudadano puede informar lo que quiera a través de sus redes sociales. Para la amargura de aquellos, la investigación periodística que hay en «Crónica de un aluvión» se sobrepone ampliamente al morbo de lo inmediato y al golpe inútil de quién informa primero.

En relación a esto último, no se puede dejar de destacar la apertura de una editorial como Cinco Ases, (pese a los reiterados ripios y desprolijidades del texto), de publicar el trabajo de un autor de 24 años. La escena actual del buen periodismo latinoamericano, depende de las ganas y la motivación de los jóvenes autores, pero sobre todo del olfato de editores que tomen el riesgo de publicar lo que otros ignoran por comodidad, por soberbia, por pereza y por no estar en contacto con los nuevos tiempos del oficio.

Crónica de un aluvión, Jonás Romero Sánchez, Cinco Ases, Chile, 100 pgs.

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