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La ciudad y Dios

La ciudad y Dios

Es la siesta. Me recuesto frente al ventanal impúdico del hotel Deauville y contemplo el agua turquesa que moja los techos repetidos. Luego me paro

La ciudad y Dios

Es la siesta. Me recuesto frente al ventanal impúdico del hotel Deauville y contemplo el agua turquesa que moja los techos repetidos. Luego me paro

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