Soledad Montoya
Soledad: lava tu cuerpo, con agua de las alondras, y deja tu corazón, en paz, Soledad Montoya. —García Lorca Una cálida tarde de Kendall
Soledad: lava tu cuerpo, con agua de las alondras, y deja tu corazón, en paz, Soledad Montoya. —García Lorca Una cálida tarde de Kendall
«No juegues con el Diablo, no juegues con el diablo, que el Diablo come candela, ah, no juegues con el Diablo, que el diablo come
Acompañado de un ramo de flores y una cajita de bombones Ferrero Rocher, ingresé al ala occidental del cuarto piso del Baptist Memorial Hospital de
—Se le ve muy bien Dr. Knörr, nadie podría pensar que tiene usted más de sesenta años. —Llevo una vida simple y sana, señorita periodista.
Jaime llegó justo cuando estábamos «haciendo cola», en la tediosa fila —pegada a la pared perimetral del Jardín Botánico— para ingresar al comedor universitario de
La trigueña Encarnación, la del pasito sencillo (Cambia el paso, que se te rompe el vestido ) con sus simples movimientos no se sale del
«Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día…»—John Archibald Wheeler Cuando Javiva tocó a mi puerta eran
«Me duele una mujer en todo el cuerpo…» —Jorge Luis Borges Cuando vi venir a la Chini hacia la entrada de la biblioteca, con sus vaqueros apretados
Conocí a Zamudio una mañana en la que fui a la oficina principal del Banco Sabadell como ayudante de Mario -un ingeniero nicaragüense- a darle
Venía manejando por la Kendall Drive, camino a mi estudio, y se me ocurrió doblar por la avenida Almirante Miguel Grau (SW 137th avenue) y
Soledad: lava tu cuerpo, con agua de las alondras, y deja tu corazón, en paz, Soledad Montoya. —García Lorca Una cálida tarde de Kendall
«No juegues con el Diablo, no juegues con el diablo, que el Diablo come candela, ah, no juegues con el Diablo, que el diablo come
Acompañado de un ramo de flores y una cajita de bombones Ferrero Rocher, ingresé al ala occidental del cuarto piso del Baptist Memorial Hospital de
—Se le ve muy bien Dr. Knörr, nadie podría pensar que tiene usted más de sesenta años. —Llevo una vida simple y sana, señorita periodista.
Jaime llegó justo cuando estábamos «haciendo cola», en la tediosa fila —pegada a la pared perimetral del Jardín Botánico— para ingresar al comedor universitario de
La trigueña Encarnación, la del pasito sencillo (Cambia el paso, que se te rompe el vestido ) con sus simples movimientos no se sale del
«Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día…»—John Archibald Wheeler Cuando Javiva tocó a mi puerta eran
«Me duele una mujer en todo el cuerpo…» —Jorge Luis Borges Cuando vi venir a la Chini hacia la entrada de la biblioteca, con sus vaqueros apretados
Conocí a Zamudio una mañana en la que fui a la oficina principal del Banco Sabadell como ayudante de Mario -un ingeniero nicaragüense- a darle
Venía manejando por la Kendall Drive, camino a mi estudio, y se me ocurrió doblar por la avenida Almirante Miguel Grau (SW 137th avenue) y