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Los limeños salvajes

Hace 58 años, en mayo de 1960, se reunió en Lima un grupo de intelectuales con motivo de celebrar los diez años de la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía. Esta fue una revista que se formó en torno a la generación de un grupo de poetas de los años 40. Marco Antonio Corcuera ha dicho que ellos eran “fuertes en su juventud, puros en su interés, dignos en su verdad, rectos en su actitud; saben dónde está el hombre y dónde está el poeta”. Y, efectivamente, el grupo de poetas que iniciaron este recorrido con la publicación de Cuadernos, recibió más de un elogio no solo en Perú, sino, además en muchos otros países y por escritores consagrados.

En esta reunión se encontraban, entre otros, Marco Antonio Corcuera, Juan Gonzalo Rose, Francisco Bendezú y Washington Delgado. Y fue en esta tertulia que pensaron en cuál sería una forma atractiva de promover la poesía. De ahí que se alentó la idea del concurso literario que llamaron El poeta joven del Perú, pues, precisamente, se trataba de encontrar, descubrir y alentar la obra inédita de poetas jóvenes que merecían el reconocimiento por su talento literario.

De este concurso, los primeros ganadores fueron Javier Heraud y César Calvo, dos de los más representativos poetas de su generación. Y esto dejó altas las expectativas de los futuros concursantes que anhelaban ganar tan preciado premio con poemarios como los que ganaron en esa primera premiación: El viaje (Javier Heraud) o Poemas bajo tierra (César Calvo).

Más adelante, en 1965, ganaron Winston Orrillo con Travesía tenaz y Manuel Ibáñez con La ciudad otra vez. En 1970, ganaron Antonio Cillóniz con Después de navegar cierto tiempo hacia el este y José Watanabe con Álbum de familia. En 1975, el primer premio lo obtuvo Jesús Cabel con Cruzando el infierno y el segundo, Julio Carmona con A orillas del mar. En 1980, el primer premio fue para Jorge Eslava con De faunas y Dioses y el segundo para Bethoven Medina con En las 7 estaciones de Kaivalya. En 1985, ganó el primer lugar Luis Eduardo García con Dialogando el extravío. En 1990, ganaron Monserrat Álvarez con Filosofía ilógica y David Novoa con Itinerario del alado sin cielo. En 1995, el primer lugar fue para Enrique Hulering con Cuaderno de Gulliver. En 1999, el premio lo ganó Selenco Vega Jácome con Sagrada familia.

La última edición del premio El Poeta Joven del Perú, después de 18 años de su última entrega, lo ha ganado Roy Vega Jácome (Lima, 1988), un poeta que ha demostrado calidad literaria y una madurez poética en el poemario Etapas del espíritu/Runas grabadas en la piel. Se sabe que en la última edición del concurso participaron 198 candidatos y fueron los jurados Marita Troiano, Marco Martos, Manuel Pantigoso, Ana María García y Juan Carlos de la Fuente.

Seguramente, Roy se abrirá paso cada vez más firme y constante en el mundo de la poesía. Este poemario ganador, con un estilo impecable y una profundidad llamativa, permite una lectura cómoda, con una capacidad de comprometer al lector. El autor juega con el lenguaje y este remite a la infancia, evoca, recuerda momentos que luego se interconectan con diferentes etapas. De esta manera, Roy ha combinado muchos estilos si se explora sus otros poemarios como Muestra de arte disecado, ganador del Premio Copé de Plata, 2015, con una influencia surrealista (Moro y Westphalen), y Rumores de un arpa retorciéndose en la hoguera (Dedo Crítico, 2014), donde hay una mezcla del lenguaje y una búsqueda por esa forma de expresión. Los tres libros conformarían una especie de trilogía, que como ha manifestado el mismo autor “mi poesía es una búsqueda en sí misma de su propio lenguaje”.

Roy Vega Jácome ha conseguido un importante premio, quizá, uno de los principales para la poesía peruana. Eso, definitivamente, implica una gran responsabilidad y un compromiso para seguir escribiendo más poesía y, sobre todo, de calidad.

 

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