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La novela secreta del Premio Rómulo Gallegos

Luiz Carlos Reátegui no es un literato: él mismo lo ha dicho. Es un escritor que se ha forjado en base a la experiencia que recogió de las lecturas que llenaron su biblioteca. Antes guardaba solo libros de derecho; ahora, la literatura ha ganado un espacio importante entre sus libros. Es precisamente en ese deambular entre lo real y lo ficcional que se atrevió a escribir una novela histórica, su primera novela, por cierto, que ha traído una secuela de reconocimientos.

Isabella Nápoles (Mesa Redonda, 2014) ha sido acogida de buena manera por el público lector y este año ha conseguido su segunda edición. No en vano fue ganadora del Premio Planeta Cuba y finalista de otros tres certámenes literarios internacionales

Lo curioso es que Reátegui se ha desempeñado, hasta ahora, como abogado o en actividades políticas, un tanto distantes de la literatura. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para atreverse a ingresar a la aventura de escribir una novela de este tipo. Se trata de una historia que muestra una serie de sentimientos: tensión, nobleza, astucia, obsesión y, sobre todo, las pasiones amorosas en la Italia del siglo XV. En ese escenario pone sobre el discurso dos historias paralelas que traen como contexto una de las últimas guerras italianas. Ahí aparece Giacomo, un herrero de condición humilde que se casa con Isabella, una mujer que con su belleza hace perder la cabeza al rey Federico I de Nápoles. En esa embriaguez de amor, el rey descuida la guerra contra el reino de Aragón y desencadena una serie de hechos contados de forma realista por el autor.

Para concretar la novela, Reátegui se tomó, según lo confiesa, tres años de investigación. En ese tránsito ha podido acercarse más al contexto que describe en la obra. Por ejemplo, narrar con exactitud hechos que nos aproximan más a las situaciones bélicas durante la invasión de Nápoles o las estrategias que se desarrollaban durante la guerra. Todo ello es un esfuerzo importante que acredita un estudio concienzudo del autor. Y lo más importante, a través del lenguaje sencillo que utiliza, permite una lectura fluida y rápida de una novela que, bajo el apelativo de “histórica”, podría aparentar ser tediosa y complicada en tiempos modernos.

La naturalidad con la que narra cada suceso es importante para entender el actuar de cada personaje, así como la descripción de las costumbres de la época. Por ejemplo, destaca precisamente Isabella Nápoles por su ambigüedad, por el ir y venir de sentimientos que a veces la acorralan y a veces la dejan fluir, actuar, entregarse a decisiones que marcan además la vida de los demás, de todos aquellos que están a su alrededor y también resultan decisivos en la historia.

Isabella Nápoles es una novela bastante intensa. Hay una riqueza en su lectura que permite explorar diversos personajes, caracteres y, sobre todo, hechos. Un dato adicional: Isabella Nápoles fue elegida entre las 134 novelas finalistas en la XIX edición del prestigioso Premio Rómulo Gallegos.

 

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