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Juvia en South Beach

juvia 3Los famosos restauranteurs de Venezuela, los esposos Jonás y Alexandra Millán dueños del afamado Bonito de Saint Barth, decidieron mostrar en Miami su gusto exquisito con Juvia: un restaurante de lujo, que sirve una fusión única de comida japonesa, francesa y sudamericana.

Juvia condensa el colorido, la alegría, el énfasis en la experiencia y el glamour al que estamos acostumbrados los que vivimos en el sur de la Florida. El equipo que estos esposos formaron es  estilo dream team, donde todos los  detalles están en su lugar para crear un restaurante que realza la belleza de South Beach. Está localizado en el corazón de Lincoln Road, en el pent-house del edificio de Herzog & de Meuron, con una gratísima vista que cubre el océano por un lado y South Beach por el otro. Es sencillamente impresionante.

La cocina la llevan dos chefs reconocidos: el coreano Sunny Oh, que trae la experiencia adquirida en Nobu y tiene como especialidad los pescados y los frutos de mar, y el francés Laurent Cantineux, cuya especialidad es la comida gourmet europea y sudamericana. El que se encarga de los postres es Gregory Gorreau, francés también, quien adquirió la mayor parte de su experiencia en el mítico Caesar’s Palace y en su país bajo la enseñanza del maestro Alain Ducasse. El jardín vertical es obra del artista y botanista  Patrick Blanc, quien se inspiró en la espesura del Amazonas para crear el decorado de la pared principal que está forrada en vegetación tupida y combina con diversos tonos y colores de iluminaciones que varían entre los morados y los blancos cuando da la hora de la cena. El arquitecto encargado del diseño es Alejandro Barrios Carrero y el gerente general es el español Jaime Sanchis.

 La experiencia de Juvia es única.

***

juvia 1Hace unos días fui con mi novia a Juvia. Cuando llegamos optamos por sentarnos al aire libre y pedimos una botella de vino blanco -esa hora en que el cielo es una paleta rojiza de distintas tonalidades, es propicia para disfrutar del clima perfecto de Miami con un buen vino-. Las luces tenues armonizban con una música como si fuera una bossa nova electrónica, que tocaba un DJ. Desde la terraza se veía toda la ciudad y conforme iba oscureciendo, los edificios se enciendían, encapotaban el cielo, y una brisa intensa, con olor a mar, ondeaba entre las mesas.

Compartimos un cebiche y un Carpaccio de carne. La presentación: impecable. Luego pedí unos Scallops a la plancha y mi novia un Seabass de Chile…las salsas y la comida exquisitas. Ella me dio un pedazo de su pescado que se me derrite en la boca.

El ambiente ha sido creado para crear cercanía e intimidad. La música está ligeramente alta, para que la gente se acerque más entre sí, para poder escucharse. Esa cercanía aumenta la sensualidad y hace al ambiente más íntimo. El vino toma su curso y causa sus efectos: al final pedimos un postre y lo compartimos, y luego un café para levantarse.

Salimos y caminamos por Lincoln Road. Ha sido una velada encantadora, ella sonríe y esa es mi mejor prueba. Me abraza y me dice, en su  inglés con acento sureño:

-Was a pretty restaurant, wasn’t it?…

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