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#MujerQuePiensa

#yasearmó: Con ese hashtag termina el primer capítulo de #Mujer que piensa (El BeiSMan Press, 2016), la primera obra de Carolina Herrera. #yasearmó dice Eugenia, la narradora y protagonista de la novela, al referirse a lo que vendría después de la escena de infidelidad con la que se topa al principio de la historia. #yasearmó digo yo, de forma positiva, al referirme a la retahíla de pensamientos que se entremezclan para dar forma a esta novela.

El título de esta obra, #Mujer que piensa, es perfecto. Quizás el público piense que solo se refiere a la capacidad de análisis crítico de una mujer; pensar como sinónimo de reflexionar, de analizar, para luego sacar una conclusión y tomar una decisión. Sin embargo, al empezar a leer la obra, los lectores pueden darse cuenta que la historia está compuesta por una serie de ideas que pasan por la mente de Eugenia. Muchas ideas son, indiscutiblemente, reflexiones que la llevan a tomar decisiones pero muchas otras son ideas que atraviesan la cabeza de ella por un segundo, como de igual manera pasa con las personas que poblamos este planeta. No verbalizamos todo lo que pensamos, sería prácticamente imposible, una locura. Imaginemos a todos los seres humanos emitiendo sonidos a la vez que un pensamiento corre por su cerebro. Sería un pandemonio. Acabaríamos destruyéndonos. ¿Pero acaso no les ha dado ganas, queridos lectores, de saber lo que está pensando alguien en un momento dado? En #Mujer que piensa podemos escuchar los pensamientos de Eugenia sin que ella tenga que verbalizarlos. Lo que escuchamos es lo que ella piensa.

“¿Cuándo es el día del padre? ¿El segundo domingo? ¿El tercer domingo? No, a ver, el tercer domingo, sí, el tercer domingo. ¡Ay! ¡Qué lata! ¿Por qué no le asignaron un día fijo, como el día de la madre?” (45). ¿Acaso no se han hecho esa pregunta algún año? Por mi parte, me la hago todos los años pero nunca lo digo. Me lo guardo. Muchas veces pensamos algo y lo sabemos solo nosotros. Al contrario, en esta novela tenemos el permiso de entrar en la mente de Eugenia. Eso es lo que la hace una obra particular y extraordinaria.

Eugenia es una mujer mexicana que vive en México y que viaja a Estados Unidos de vez en cuando a visitar a su hermana. Eugenia es una mujer madura, casada, madre de dos adolescentes, perteneciente a una clase media alta. Se puede permitir ciertos lujos y tener una vida social activa, la cual está conformada la mayoría del tiempo por su interacción con mujeres que comparten o han compartido de algún modo sus propias características: edad, estado civil, estatus socioeconómico. Carolina Herrera nos presenta una mujer común que piensa sobre cosas de la vida diaria y que muchas veces cae en lo banal. “Hubiera jurado que se encogieron en la secadora. Tengo que regresar al gimnasio. A partir de mañana empiezo el régimen” (17). ¿Pero no es acaso eso lo que pensamos frecuentemente en este mundo moderno y regulado?

Asimismo, como lectores tenemos tanta luz verde para inmiscuirnos en su mente que para clarificar algunos datos, ella misma ha incluido notas al pie. Si Eugenia fantasea una escena romántica con un actor famoso, podremos encontrar en alguna de las cuarenta y una notas al pie la información sobre dicho actor. O quizás con esa nota al pie Eugenia, como buena amiga, nos dé una cachetada por nuestra ignorancia: “34 Si no sabes quién es Bradley Cooper… no has vivido” (111).

Al mismo tiempo, Carolina Herrera nos muestra las inquietudes de Eugenia tocando diferentes niveles de su intelectualidad. Es decir, esta novela nos permite acercarnos a la vida de la protagonista desde diversos ángulos. Eugenia habla tanto del peinado horripilante de una buena amiga como de las elecciones presidenciales en México: “Me gusta la propuesta de izquierda si no fuera por su candidato. La presidencia ya es una obsesión para Andrés Manuel López Obrador, y la quiere alcanzar cueste lo que cueste. ¿Quién cree en sus promesas de civilidad después del ‘panchóbolo’ que armó hace seis años?” (60). #Mujer que piensa es una novela actual. Su personaje principal está al día con las noticias y tiene capacidad de análisis.

De igual forma, ella es una mujer de mediana edad que sabe cómo usar el internet y las redes sociales. Aunque no tiene un conocimiento profundo de ingeniería electrónica (¿quién lo tiene aparte de los ingenieros electrónicos?), ella tiene un teléfono inteligente, tiene Facebook, Instagram y Twitter, y los usa frecuentemente. No solo eso, sino que se refiere a estos medios como formas de comunicación válidas. Eugenia usa hashtags o etiquetas para referirse a sus propias vivencias, a lo que le pasa a ella misma. Su vida es una vida 2.0: “Ahora me la encuentro en los pasillos virtuales de Facebook e Instagram. La tecnología hace que su ausencia sea un espejismo. La veo, aunque no la pueda tocar” (126).

A partir de frases como la anterior, se podría sustentar la idea de que esta novela está estructurada sobre un monólogo interior. Solo escuchamos la voz de Eugenia, ella expresa sus pensamientos y reflexiona sobre estos. Es un discurso sin un oyente directo. Mas sin embargo, tengo que indicar que para mí no lo es. Carolina Herrera hace un excelente trabajo al solapar su técnica con la figura conocida del monólogo interior. En este caso no hay un surgimiento desorganizado de imágenes confusas y sentimientos sin una conexión lógica. En #Mujer que piensa, hay una historia, hay un argumento que se va desarrollando a lo largo de los capítulos. Entendemos la vida de Eugenia, su estado marital, la relación poco comunicativa que ha entablado con sus hijos, la dependencia que tiene de su empleada doméstica, el nivel de confianza que posee con sus amigas, y demás detalles que se van materializando una vez que ella interactúa con otras personas, reacciona y piensa. Ella nos deja ver lo que piensa.

Esta reseña se convertiría en un ensayo si sigo incluyendo detalles del libro. Mejor lo dejo hasta aquí pero no sin antes ser indiscreta, como cuando a una le hacen esa pregunta necia después de que ha pasado un tiempo de haber parido: ¿para cuándo el segundo, Carolina?

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