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En el balcón, al silencio le gustaba escuchar su música

Con un sólo propósito he decidido escribir el presente ensayo: demostrar que la estética felisbertiana en El balcón, de Felisberto Hernández, se centra en la sinestesia y en la personificación que el escritor le otorga a los objetos. He de decir que solo mediante la lectura del cuento explicaré los aspectos más importantes en la estructura de la narración, sin dejar de soslayo el contenido. La interpretación resulta fundamental para mis hipótesis y haré las conclusiones necesarias desde mi juicio.

La lectura de El balcón ha ocasionado deleite. Este escritor ofrece en su narrativa. Felisberto ha sido contemplado como un escritor marginal para su tiempo, alejado de la estética que en la década de los cuarenta y cincuenta del siglo XX estaba en boga dentro de hispanoamérica. La mayoría de los escritores de su tiempo trataban en su narrativa temas diferentes y, sobre todo, el tratamiento que le daban al contenido pugnaba por temas como el tiempo y la irrealidad trasladada a la realidad en Borges, el desencanto existencial en Sábato, la teoría de la novela y la técnica del belarte en Macedonio Fernández, la inmortalidad y el malthusianismo en Bioy Casares, la estructura del relato en Cortazar, la resurrección de los muertos en Rulfo, etc. En cambio, Felisberto Hernández es diametralmente opuesto a los escritores citados por varias razones: como escritor marginal y por la influencia que tenía de la música. Felisberto era pianista y la primera parte de su vida la dedicó a ella. A partir de ahí, su tiempo lo dedicó a manifestar sus preocupaciones existenciales mediante la literatura. Quizá por ello sea que la psicología en este escritor sea, en última instancia, un factor determinante para su estudio; sin embargo, el análisis del presente ensayo no tratará de estos aspectos porque abarcaría un estudio más extenso, lo cual no quiere decir que se hagan referencias a ciertas obsesiones repetidas en el relato. Dichas obsesiones pueden ser pautas que marquen un estudio sobre la simbología que algunos objetos representan en sus cuentos.

Un primer acercamiento a El balcón (en general, a toda la obra de Felisberto) provoca que se dejen a un lado aspectos fundamentales por lo aparentemente inextricable de sus relatos. Confieso que al leer el cuentono entendí la intención del autor (a mi juicio, señalar mediante la personificación y la sinestesia enigmas de los personajes y la historia) en primera instancia. En una segunda lectura comprendí mejor y, en la tercera, reafirmé mis suposiciones concluyendo que el escritor señala aspectos de la vida que en apariencia no son importantes: las obsesiones hacia los objetos. Para continuar, primero hay que definir a la sinestesia:

Sinestesia, que proviene de ‘junto’ y ‘sensación’ en griego, es, en retórica y estilística y en neurología, la mezcla de impresiones de sentidos diferentes. Un sinestésico puede, por ejemplo, oír colores, ver sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un objeto con una textura determinada. La sinestesia es un efecto común de algunas drogas psicodélicas, como la LSD o la mescalina.

Principalmente, la sinestesia está en el cuento de Felisberto cuando ella, el personaje, mira a través de los vidrios colores asignados a cosas que no poseen en la realidad dicho color. Cito en este sentido al autor, con un pasaje que explica de mejor manera mi argumento:

-Cuando veo pasar varias veces a un hombre por el vidrio rojo, casi siempre resulta que él es violento o de mal carácter.

No pude dejar de preguntarle:

-Y yo ¿en qué vidrio caí?

-En el verde. Casi siempre les toca a las personas que viven solas en el campo.

(Felisberto Hernández, Crónicas fantásticas, 65-66)

Este aspecto se da por la analogía hecha entre dos cosas; lo curioso del caso está en que la protagonista del relato asigna mediante un vidrio rojo, mal carácter y violencia en una persona. Sucede lo contrario con el pianista porque a él le asigna el verde por la tranquilidad que da la vida campirana. Lo simbólico entra en juego dentro de las particularidades y preferencias que posee la protagonista a través del efecto sinestético. Debo decir que en el caso de ella, las asignaciones dadas a los objetos o personas son arbitrarias, no siguen un canon porque el sinestético no sigue las reglas de analogía de las personas que no tienen esta particularidad del sistema cerebral. En otros términos, las personas con ausencia de este “don” o “defecto” conservan en la estructura cerebral el concepto con la imagen. Por el contrario, los sinestéticos relacionan los objetos con sonidos, sabores y colores diferentes mediante su percepción.

Ya explicado lo anterior, paso a los efectos y estrategias presentes en el cuento mediante la ejemplificación. La más frecuente estrategia es la personificación, la cual consiste en dotar a objetos de voluntad y animación. El balcón, las sombrillas, las manos, el silencio, la risa, el camisón, el cuerpo, la ropa, la memoria, objetos que cobran voluntad mediante la estructura de las oraciones. Como ejemplo lo siguiente: “Alsilencio le gustaba escuchar música; oíahasta la última resonancia y después se quedaba pensando en lo que había escuchado. Susopiniones tardaban. Pero cuando el silencio ya era de confianza, intervenía en la música.” (Crónicas fantásticas, 61).[1]

Mediante los artículos, los verbos y los pronombres, Felisberto da vida al silencio (estado que pertenece a lo metafísico). En la página 67 de la edición en la cual se está analizando el cuento, hay un interesante pasaje en donde puede verse la personificación con más claridad. Habla de las manos y de las cosas. El narrador-personaje (Felisberto Hernández) dice: “ellas parecían habitantes naturales de la mesa (…) a medida que se iba la luz, ellos (los objetos)[2]se acurrucaban en la sombra como si tuvieran plumas y se prepararan para dormir.” (ídem, 67). Hay más ejemplos de personificación en el cuento; sólo pondré la referencia de página a continuación y el objeto personificado: sobre las ropas viejas (68), el camisón blanco (69), la risa (71), el cuerpo (72), la memoria (72).

El efecto de figuración lo observo cuando la protagonista sugiere la obsesión por el balcón. En una parte, el anciano le refiere al pianista que ella les atribuye hechos y vestimentas a las cuales las observa desde el balcón, objeto clave en la historia del cuento. Desde ahí ella revela que detrás de esa imagen de mujer apocada existe un enigma. Hay todo un trasfondo emocional por parte de ella hacia el balcón, y se evidencia al momento de caerse aparentemente porque hubo una tormenta (cosa que es más probable que la explicación de la protagonista). Estando sentados en la mesa después de la cena, el pianista y ella tienen un diálogo que denota el enigma y el fuerte simbolismo que ella le había adjudicado al balcón. Ella argumenta que El balcón se suicidó porque se había puesto celoso como consecuencia de que ella visitó por la noche al pianista para leerle poemas. En aquella escena una araña peluda apareció alzando tres patas como en señal de defensa; no obstante, el pianista la mató lanzándole la jabonera. Supone que El balcón los espió a través de la araña y por ese motivo decidió suicidarse.

Ahora bien, el efecto de cosificación se encuentra en lo siguientes ejemplos con sus respectivas páginas: “casi puede decirse que ella vive en el balcón” (por la carga semántica que las palabras del abuelo denotan), la escena en donde aparece la araña y muere (77), en la ausencia del pianista de la casa y se traslada a la ciudad para dar un concierto y sucede la tormenta con la caída del balcón (78), regresa y pacta una cita con el anciano en el Café del Teatro en donde le cuenta el acontecimiento que transforma la psicología de los personajes (79), y el diálogo entre el pianista y ella (80-81). Progresivamente, ella (y en parte los otros personajes son afectados) pierde el juicio argumentando que El balcón se suicidó por su culpa, es decir, da explicaciones ilógicas a hechos que en la realidad son totalmente lógicos, o bien, azarosos, por ejemplo, la caída del balcón por causas que la naturaleza con el tiempo corrompió por la humedad; el efecto fue el desgajamiento del mismo; sin embargo, el hecho es que Felisberto Hernández no le importaba la explicación lógica de las cosas, sino cómo las percibe un ser dotado por la sinestesia y, sobre todo, por obsesiones que en apariencia no existen pero están presentes en muchos casos. Felisberto, en gran manera, estructura este tipo de obsesiones patológicas y las traslada a la literatura, allí en donde cobran verosimilitud.

 

Bibliografía

 

Hernández, Felisberto. Obras completas,Vol. 2. Ed. Siglo Veintiuno Editores, México, 1983, 263 pp.

Anderson Imbert, Enrique. Crónicas fantásticas, El balcón, Felisberto Hernández (59-81), Ed. Jorge Álvarez, Buenos Aires, 1966, 132 pp.

 

 

 

[1]Las itálicas son mías.

[2]El paréntesis es mío.

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