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#ElAlmaPorElPie: T.S. Eliot, el primer escritor-crítico

¿Qué concepción del arte se esconde detrás de los discursos de aceptación de los premios Nobel de literatura?

En 1948 el premio se otorga al angloamericano —nació en Missouri y se instaló en Inglaterra a los 25 años—Thomas Stearns Eliot (1888-1965) y, en la presentación, la Academia hace hincapié en la diferencia de Eliot con respecto a otros galardonados: el poeta, dramaturgo y crítico literario adoptó una posición de “exclusividad y aislamiento” y desde esa torre de marfil, cinceló la conciencia de su generación con la filosidad de un diamante. ¿De qué modo?— a partir de una operación que será su marca registrada: la dislocación del lenguaje para producir significado. En Eliot conviven la modernidad y la tradición. La presentación también subraya esta doble faceta de “radical pionero de la forma poética” y “calculador y lógico” teórico. Y aquí salta a la vista lo significativo del Nobel a Eliot: es el primer premio a un escritor-crítico de fuste (su influencia como crítico puede constatarse en la literatura latinoamericana en el seminal texto de Borges, “El escritor argentino y la tradición”). En la presentación de la Academia, se comenta que el poema La tierra baldía (1922) equivale al Ulises de James Joyce, ápice de la vanguardia-modernidad. Luego del discurso de Eliot, otro miembro de la Academia intenta encontrarle un sentido a la obra maestra de Eliot: de la crítica y la desilusión nace la simpatía y esa simpatía nace de la urgencia de rescatar los fragmentos de la civilización para encontrar un equilibrio; por eso, dice Gustaf Hellstrom, la obra de Eliot es comparable con el impacto de Sigmund Freud. ¿Y qué del discurso de Eliot? Aunque breve, es seminal: luego de reflexionar sobre la paradoja que significaba que un artista de la palabra no encontrara palabras de apreciación suficientes para agradecer el premio, Eliot interpreta que el premio es simbólico y el elegido cumple una función: en este caso, él ha sido elegido como símbolo de la poesía. “La poesía” , dice, “es la más local de la artes … Separa a la gente; no la une”. Sin embargo, a través de la traducción y de la tradición, la poesía contribuye al entendimiento entre los seres humanos y por ello, su valor es supranacional. Palabras que resuenan hoy, como resuenan los últimos versos del poema ‘Los hombres huecos” (poema hecho canción por el grupo de rock Divididos): “This is how the world ends/not with a bang but a whimper (Así es como se acaba el mundo/con con un golpe seco sino con un gemido).

             Y el pescador dijo: “Habla y abrevia tu relato

porque de impaciente que se halla mi alma

se me está saliendo por el pie”.

Las mil y una noches, “Historia del pescador y el efrit”.

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