Un hombrecillo está sentado sobre la hierba bajo un árbol y abraza a un perro. En unas pocas líneas he intentado representar la ternura, el cariño… la relación afectiva entre un ser humano y un animal que en esta ocasión yo definiría de amistad. No pocas son las veces en que hemos visto en nuestro animal de compañía, un amigo fiel y leal.
A lo largo de la vida, tenemos la suerte de encontrar estas cualidades en personas de nuestro entorno y somos capaces de compartir con ellas nuestras experiencias más personales, nuestros miedos, deseos, fantasías, o cualquier idea que se nos cruce por la cabeza, como estas dos mujeres que sentadas una junto a la otra se hacen confesiones. Mantener una agradable conversación con un amigo, puede hacer de la tarde uno de los mayores placeres, como les ocurre a los dos jóvenes amigos que están sentados en la arena de una playa cualquiera. Quizás compartir unas cañas o unos vinos en exceso no ayuden a mantener una conversación, pero esos dos personajes que más que pasear juntos se sostienen el uno al otro, parecen estar muy unidos, yo diría que son amigos.
El tiempo que dedicamos a nuestros amigos, nos hace felices. Haber encontrado en el otro el complemento que nos falta, alguien que sepa escuchar o con quien compartir unas risas, que nos dé el empujoncito adecuado o nos sepa frenar en el momento justo, nos hace tremendamente ricos y fuertes frente al mundo. Mantener la relación de amistad a lo largo de la vida no siempre es posible, por eso me siento afortunada de contar con los amigos que siguen a mi lado, dándome la oportunidad de serles útiles. Nos equivocamos si pensamos que la cadena de la amistad tiene sus eslabones completos. No importa la edad que se tenga porque siempre se está a tiempo de hacer nuevos amigos, de compartir, de crecer juntos.
Gracias a mis nuevos amigos cordobeses, José María, Manuel y Carmen, Antonio y Chari, José Luis y Maricarmen, a Juan… por hacerme la vida más amable, más amiga.
Mª Jesús Campos García
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